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DOCUMENTAL ESCENA DEL CRIMEN

PRACTICA PERICIAL EN UNA

ESCENA DEL CRIMEN

EL ESPIRITU DEL LUGAR

EL ESPÍRITU DEL LUGAR


“No de letra, sino del espíritu; porque la letra mata, pero el espíritu da vida…”
II de corintios III.6
 
En su libro Forenses el Dr. Zakaria Erzinclioglu menciona que La Escena es una palabra que tiene un significado muy especial para un científico forense. No evoca una hermosa vista al mar o de montañas, ni un panorama de lagos y bosques. Más bien, conjura una imagen de tragedia. Miseria y suciedad, ya que la escena no es panorámica.
 
Por lo general también es un lugar caótico. La policía sería la primera en llegar ahí, alertada por una llamada telefónica de que algo anda mal. Lo que se hace en esos primeros momentos, puede afectar todo lo que suceda después. La imagen clásica de policías pisoteando la evidencia antes de que llame a los especialistas no carece por completo de fundamento.
 
La policía investigadora da un vistazo general a la situación. Es claro que el cadáver requiere la atención de un patólogo; la sangre salpicada en las paredes y el piso sugiere que se llame a un especialista en esos asuntos; las larvas de moscas en el cuerpo señalan la necesidad de un entomólogo. También se tendrán que buscar huellas dactilares y si se encuentran “sacarlas”, para usar la jerga policíaca. La pieza de equipo importante es el teléfono. Se da un informe a todos los especialistas pertinentes con ese instrumento y llegan tan pronto como pueden, entre más pronto, mejor.
 
Un perito en fotografía habrán tomado gran cantidad de fotografías preliminares, comenzando en el exterior de la casa, trabajando hacia adentro, el punto donde esta tirado el cuerpo. Pero esta tarea no termina ahí.
Espera a los especialistas, que le pedirán que tome más fotografías de esto o aquello. Otro de los especialistas prepara un diagrama de la escena, toma notas, hace mediciones, registra la presencia de objetos de interés, con suerte, con un mínimo de alteración de la situación como la encontró.
 
En la actualidad, por lo general, se emplean cámaras digitales de un solo objetivo, en vez de las fotografías convencionales. Las fotografías digitales tienen la capacidad de contener la hora y la fecha, una característica útil para determinar una “cadena de custodia”, a la que volveremos más adelante. La grabación de video o incluso en fecha más reciente la fotografía de 360 grados, de la escena que emplea un escáner controlado por computadora, cámara digital y telémetro de laser se están volviendo la norma.
 
El segundo dispositivo puede tomar una gran cantidad de fotografías y medir millones de puntos individuales y, al combinar estos datos de laser con fotografías de lugares de escaneo múltiple, se puede reconstruir una imagen tridimensional escena. Sin embargo es importante notar que esto se debe hacer en adición a la fotografía “fija” de objetos individuales de prueba o áreas específicas de la “escena”.
 
Los especialistas o “expertos”, como los llama la policía con fe conmovedora, comienzan a llegar. ¿Qué sucede luego? La versión de libro de texto dirá que el experto se pone ropa protectora y, sabiendo que evidencia buscar, se pondrá a trabajar de inmediato, reuniendo objetos y poniéndolos en bolsas de polietileno, etiquetándolos, haciendo notas complementarias y, en general actuando como si todo el asunto fuera una simple actividad mecánica, como si esta escena fuera muy similar a la anterior, con la evidencia y servicialmente obvia y sólo esperando a que la reúnan, por decirlo de alguna manera.
 
La realidad es muy diferente. Un crimen no es un experimento de laboratorio, en lo que todo está en el lugar apropiado y se conocen todas las condiciones. De hecho, es la tarea del científico forense, cuando enfrenta los resultados finales de una serie de eventos, deduce cuales pudieron haber sido esas condiciones. En este sentido, es el proceso inverso de un experimento clásico de laboratorio. Entonces ¿qué sucede en realidad en la escena?
 
ESERAR LO INESPERADO.
Al principio no hay que esperar nada. Es esencial una buena mirada a la escena, con la menor alteración de ella.
 
Luego sigue algo de conversación, el científico le pregunta al policía sobre uno u otro aspecto. Los especialistas a menudo se consultaran entre ellos, llegando a algún acuerdo respecto a quien debería conducir el examen primero.
 
¿Debe ser el patólogo? ¿O eso dañaría la posible evidencia de huellas digitales que se puedan recuperar? ¿Debería ser el entomólogo? ¿O eso haría más difícil el examen del patólogo? Tal vez el especialista en sangre salpicada debería ir primero, ya que se podrían pisotear los diseños en el piso, si alguien entra antes que él.
Y así adelante.
 
A menudo, la situación de ninguna manera es lo que parece y es muy fácil hacer interpretaciones incorrectas como resultado de ideas preconcebidas. Para contrarrestar esta tendencia, sólo hay algo que se puede y se debe hacer; uno debe esperar lo inesperado.
 
Una vez me llamaron la atención por hacer esta afirmación. ¡Qué pretencioso!, me dijeron. ¡Sólo un académico podría decir algo tan tonto!
Por definición, lo inesperado es inesperado, así que, ¿cómo lo podrías esperar? La respuesta es que no se puede esperar con mucha facilidad cosas que no son lo que parecen ser, incluso si al principio uno no sabe cuál es la verdad.
 
Uno puede decir que puede haber más de una interpretación, a pesar de estar, al inicio, desconcertado por completo.
 
Considera la siguiente pista de crucigrama: “Mas trabajo”. La respuesta es una palabra de seis letras.
Los devotos a los crucigramas no tendrán dificultad en ver que la respuesta puede no ser todo lo que parece ser.
Se dirán que la respuesta bien puede no tener nada que ver con tareas adicionales a realizar, a pesar de que puede tomarles un tiempo descubrir lo que la pista en realidad significa.
De hecho, la respuesta, es “Utopía”.
 
La razón de que esta pista presentar un desafío es por la respuesta, que a pesar de ser muy directa, era inesperada. Si la respuesta, era evasiva, lo era porque no se consideraban todos los posibles significados de las dos palabras. La mente tiene tendencia a elegir la evidencia más acorde con sus expectativas y a ignorar la evidencia que no lo es.
 
Se puede protestar que todo esto es muy “astuto”, pero que una pequeña pista de crucigrama no se parece en nada a una situación de la vida real. Esto no es cierto, ya que las malas interpretaciones y los malos entendidos son muy comunes en la vida diaria.
 
Y para ilustrar el autor utiliza el siguiente ejemplo, y advierte que en la que hizo precisamente lo justo que advierte no hagamos:
“Esto tuvo lugar cuando me invitaron a dar una conferencia en una sociedad de historia natural amateur.
 
El tema de la conferencia era “Entomología Forense”, que se relaciona con el uso de insectos como evidencia en investigaciones criminales.
 
Después de que llegué al lugar de la reunión, mientras estaba preparando mis notas y transparencias, un caballero mayor se me acercó y me preguntó de qué se trataba la entomología forense. Me sorprendió un poco esta pregunta, y que pensé que la respuesta era obvia.
 
Sin embargo, no me gusto decir eso, y el caballero continuó para preguntar si tenía que ver con la biología de los insectos en la investigación del crimen o se era el estudio de insectos benéficos o protegidos por la ley, como abejas y mariposas, a los que habían matado ilegalmente.
 
Nunca se me había ocurrido que fuera posible cualquier otra interpretación de las palabras “Entomología Forense”, pero pude ver que era mi familiaridad con el tema el que me llevó a cometer ese error.
 
EXAMINAR LA ESCENA.
Vale la pena revisar la metodología del examen de la escena. Es necesario recordar que se debe cuidar de todas las formas posibles el no alterar o contaminar la evidencia, y hacer registros escritos y fotográficos durante toda la investigación.
 
Hablando en general, y en forma muy lógica, se registra la escena de afuera hacia adentro. En otras palabras, si el cuerpo se encuentra en el interior de una casa, primero se toman notas y fotografías del edificio; luego se realiza un estudio más detallado del exterior, seguido por un examen del vestíbulo y, al final, del cuerpo en sí.
 
Decir que la evidencia no se debe manejar mal o contaminar puede parecer tan obvio que casi no necesite decirse. Sin embargo, con la mejor voluntad del mundo, es muy fácil contaminar la evidencia. En un cierto caso que conocí, un policía le preguntó al patólogo si se había dado cuenta de cierto objeto en una esquina de la habitación de la “escena”.
 
El patólogo le dijo que no lo había visto y, lo que es más, no había estado en esa parte de la habitación durante su visita. Fue sólo cuando el policía pudo mostrar que las huellas del patólogo estaban en toda la pared de esa esquina pre isa, que el patólogo tuvo que admitir que, de hecho, ¡había estado ahí! Fue un error honesto, pero la historia demuestra, la necesidad de tomar notas exhaustivas; depender de la memoria es una práctica muy mala.
 
Otra historia verdadera se refiere a un caso de muerte por disparo en la que se encontró el cuerpo de un hombre tirado en el extremo de una habitación. Toda la evidencia sugería que era un caso de suicidio, pero encontraron el arma en una repisa de chimenea del otro lado de la habitación.
 
La heridas del occiso eran tales que la muerte debió ser instantánea, así que el hombre no se pudo disparar y luego caminar al otro extremo de la habitación para morir. Se decidió trató el asunto como caso de asesinato. Sin embargo ¡se suspendió cuando uno de los policías admitió haber movido la pistola en caso de que le estorbara a alguien!
 
Un asunto más importante asociado con la investigación de la escena es la continuidad de la evidencia.
 
Cualquier error que se cometa en el examen inicial de la escena afectara el resto de la investigación.
 
Así que debe estar totalmente claro dónde, cuándo y cómo se tomó una prueba particular, y quien la tomó. Se debe empacar la evidencia y etiquetarla de tal manera que no haya duda en cuanto a su “historia” Se mantiene esta “cadena de custodia” llevando un registro de firmas en la etiqueta del envase, sea bolsa, caja, tubo de vidrio, etc., mientras se maneja de persona en persona.
 
Se debe firmar el recipiente cuando se toma la evidencia y se empaca; cuando se entrega a un científico forense, las personas firman y ponen la fecha. Cuando el científico devuelve el artículo a la policía, de nuevo firman ambas partes, etc.
 
Esto asegura que el tribunal estará satisfecho de que la prueba que se discute en el juicio es en realidad, la misma prueba que se tomó de la escena. Por supuesto, esto no garantiza que la evidencia no se ha cambiado en algún punto, pero hace que sea menos probable. En todo caso es lo más que se puede hacer.
 
En un caso de asesinato o muerte sospechosa, la primera persona en examinar el cuerpo es por lo general un cirujano de la policía u otro médico, no un patólogo forense.
 
Es tarea del médico determinar si la persona en cuestión está muerta en verdad.
En muchos casos, tal vez en la mayoría, esto será en verdad obvio, pero en algunos no lo será. No es poco común que se tomen por muertas a personas y que sea trate sus cuerpos de acuerdo con eso.
 
La práctica de la ciencia forense a menudo nos permite entender cómo se comporta la gente. Sé de un caso en el que supuso que un hombre estaba muerto y lo llevaron a la morgue.
Un científico forense visitante se dio cuenta de que el hombre, de hecho, estaba vivo e informó al encargado de la morgue.
El encargado agradeció al científico y le dijo que haría lo pertinente. A la mañana siguiente el científico forense recibió una llamada telefónica del encargado, diciendo que había resuelto el asunto; había puesto al hombre en el congelador toda la noche y ahora en verdad estaba muerto.
No se trata de una historia apócrifa.
 
Volvamos a la escena del crimen: el médico de la policía examinara el cuerpo, tal vea sintiendo el pulso. Luego empleara un estetoscópio para descubrir cualquier sonido de respiración o de latido del corazón. Al contrario de las imágenes populares, el médico no usara un espejo o una pluma para decidir si hay vida en el cuerpo; no existen alternativas a un examen médico apropiado.
 
Un médico llegara a la escena de la muerte con el fin de certificar que la persona esté en verdad muerta. En la mayoría de los casos el asunto será muy sencillo. La policía participara solo si el médico nota algo que cause sospecha. Por supuesto, la sospecha n siempre surge en ese punto; en la mayoría de los casos la policía llega antes que el médico, ya que les avisa alguien o algo más. Pero en casos que al principio no se consideran sospechosos, mucho depende de la habilidad del médico que certifica para reconocer señales sospechosas y notificarlas al policía.
 
LEVANTAR SOSPECHAS.
¿Qué es una señal sospechosa? Como hemos visto, no hay regla para este tipo de situación.
 
Algunas señales son tan claramente sospechosas que no hay dificultad en reconocerlas.
Una botella de veneno que esta junto a la cama es un ejemplo.
Sin embargo, existen señales más sutiles, el médico puede sentir que el cuerpo no eta colocado de una manera del todo natural.
Las investigaciones pueden revelar que el difunto tuvo un colapso, murió y cayó al piso, con lo cual la familia, levantó el cuerpo y lo colocó en la cama, mostrando que existe una explicación inocente.
 
En otros casos, puede no haber una explicación convincente para la posición poco natural del cuerpo. El médico puede notar una magulladura en el cuello del difunto lo que puede parecer al inicio una lesión menor en la cabeza. ¿Fueron causadas, fueron causadas por un acto criminal o, también se puede explicar cómo algo inocente? Mucho depende de la habilidad y disposición del médico para buscar esas señales; en palabras de un médico patólogo forense “él médico es el guardián del público y debe tener los ojos siempre abiertos para los tipos de muerte que requieren una explicación”.
 
En los casos en que se levantan sospechas, el médico debe de remitir el asunto de instrucción sin retrasos.
 
Por lo general, se remite el caso mediante la policía.
El deber del juez, de instrucción es ordenar una investigación.
Sin embargo existen algunos casos de muertes sospechosas, o muertes “cuestionables” para usar el dialecto algo grotesco de los patólogos forenses, que en forma automática se consideran sospechosas; son las muertes repentinas de jóvenes, los que no se supiera desde antes que sufrieran alguna enfermedad que amenazara su vida.
 
A una muerte así, se le trata con sospecha desde el principio y se le investiga como corresponde.
 
A menudo me ha parecido extraño que tantas personas no se den cuenta que las necropsias sean obligatorias son obligatorias en los casos de muerte sospechosa.
 
Retirar el cuerpo de la escena no siempre es un asunto simple.
 
Durante las horas del día se puede reunir un grupo de mirones morbosos afuera de la puerta de la casa y los policías del exterior tienen el deber de convencerlos de mantener una distancia respetuosa.
 
El cuerpo mismo puede no ser fácil de mover sin dañar parte de la evidencia, no la menos importante, la referente a la posición misma del cuerpo cuando lo encontraron.
 
Es inevitable que al levantar el cuerpo y moverlo a la ambulancia se altere la posición en mayor o menor medida, La línea de gis que se dibuja alrededor del cuerpo antes de retirarlo, que a menudo se presenta en las películas policíacas, se hace así en realidad, siempre que sea visible. (Sin embargo no siempre es viable, por ejemplo, cuando un cuerpo esta recostado sobre una sábana blanca arrugada.
 
El cuerpo se retira a una morgue a o a un hospital equipado para realizar necropsias.
 
Y una vez más, ¿Qué es con exactitud la escena del crimen? ¿Es tan solo el lugar donde se encontró el cuerpo o es en donde el asesinato en realidad tuvo lugar? No por fuerza ambos son el mismo.
 
Con mucha frecuencia, el asesino retira un cuerpo del lugar en donde se cometió el hecho.
Una parte importante de la investigación debe ser descubrir si el cuerpo se movió de otro lugar y, de ser así, donde podría estar ese otro lugar.
 
Aquí hay dos preguntas, y comenzaremos por la más simple: ¿Se ha removido el cuerpo? Después de la muerte, la sangre deja de circular y, bajo la fuerza de la gravedad, se hunde las partes del cuerpo que están más bajas, causando que aparezcan zonas púrpuras.
 
A este fenómeno se le conoce como Hipóstasis.
 
Por lo tanto, si encontramos un cuerpo con manchas púrpuras en el lado del cuerpo que está arriba podemos llegar a la conclusión de que movieron el cuerpo después de la muerte.
 
BÚSQUEDA DE PISTAS.
En la investigación criminal se tienen que buscar pistas en cualquier parte en que se puedan encontrar.
 
Con relación a los cadáveres localizados en las escenas del crimen se pueden detectar ciertos cambios que ocurren cuando un cuerpo se coloca en un medio ambiente particular para determinar no sólo si se ha movido, sino de donde lo movieron.
 
Por ejemplo, un cuerpo que ha estado en agua es fácil de reconocer, incluso si se le encuentra en tierra seca. Muchos de los cambios que notamos en nosotros después de tomar un baño también ocurren en el cadáver.
 
Entre ellos está la apariencia de “carne de gallina” de la piel, la cual es causada por el frío que hacen que se contraigan los músculos que levantan los pelos pequeños del cuerpo.
 
En el agua, la cabeza se hunde más, causando que la sangre gravite hacia la cabeza y el cuello, haciendo más probable que la descomposición empiece en esas áreas.
 
La formación de adopocira es otra señal indicadora de que el cuerpo ha estado sumergido en agua o en un lugar muy húmedo. La adipocira es una substancia cerosa formada por la acción del agua en el ácido graso, conocido como ácido oleico, en los tejidos. La “hidrogenación” de este acido produce acido “esteárico”, en esencia es la conversión de una sustancia aceitosa en una sustancia más dura y más “grasosa”. Es el mismo proceso que convierte los aceites vegetales en margarina durante el proceso de fabricación.
 
Un cuerpo momificado, es decir, que se ha secado con el mínimo de descomposición, indica que ha estado en un lugar seco. La momificación tiene lugar porque la sequedad impide, o al menos retarda en gran medida, la descomposición bacteriana. Las condiciones de sequedad ayudadas por corrientes de aire, como las que se podrían esperar en una chimenea o en el desierto, hacen que la momificación sea mucho más probable.
 
Los cuerpos de recién nacidos, tienden a momificarse con mayor rapidez que los de los adultos, ya que, para todo efecto y propósito, están libres de bacterias.
 
Está claro que los cambios post mortem pueden indicar que un cuerpo se ha movido de cierto tipo de localidad, pero no pueden, por sí mismos, decirnos cuál fue la localidad geográfica real.
 
Dependiendo de las circunstancias del caso, se pueden sugerir ciertas localidades reales, como cuando un cuerpo, que muestra formación adipocira se encuentra en una casa cercana a un lago. Es claro que el lago podría ser el lugar más probable en el que el cuerpo ha estado sumergido, pero los cambios en sí no permiten que se llegue a esa conclusión.
 
CORPUS DELICTI.
Es seguro que incluso un investigador incompetente pueda encontrar algunas pistas en la escena del crimen.
 
El verdadero reto llega cuando, al menos al principio, no hay escena y no hay cuerpo. John George Haigh, conocido para la historia como “Baño de Acido”. Haigh, afirmó que cuando lo arrestaran no lo podrían encontrar culpable, ya que la policía no lograría encontrar el cuerpo.
 
“La señora Durand-Deacon, ya no existe”, presumió. “desapareció” por completo, y nunca se podrán encontrar rastros de ella de nuevo…”.
Cuando el inspector de policía Webb le preguntó qué había sucedido con ella, Haigh contestó:
 
“La he destruido con ácido. Encontrará el sedimento que queda en Leopold Road. Todo resto se ha ido. ¿Cómo puede demostrar el asesinato si no hay cuerpo?
 
Como otros antes de él, Haigh había escuchado la máxima legal de “corpus delicti”, que significa “el cuerpo del delito”.
 
El cuerpo a que hace referencia aquí es el cuerpo de la evidencia, no el cuerpo de un ser humano.
 
Mucho antes del tiempo de Haigh, se ha encontrado culpable de asesinato a personas sin el descubrimiento de un cuerpo; a James Camb lo encontraron culpable del asesinato de Gay Gibson, cuyo cuerpo tiró por una portilla al mar.
 
A menudo se ha empleado el caso de “Baño de Acido” para dejar en claro dos puntos, ninguno de los cuales es verdadero en forma estricta o contundente.
 
En primer lugar, como hemos visto, se ha dicho que se puede enjuiciar por asesinato a alguien en ausencia de un cuerpo. Aunque es cierto en principio, de hecho rara vez ocurre, el caso Camb es una de las excepciones notables.
 
He sabido de un caso en el que robaron el cuerpo después de mi examen de necropsia; el caso nunca llegó a juicio.
 
El segundo punto es que es muy difícil si no imposible, deshacerse de un cadáver.
 
De nuevo es cierto en el sentido de que con seguridad no es un asunto sencillo, pero las declaraciones de este tipo, de hecho están al revés… sólo sabemos de los cuerpos que se han descubierto, a pesar de todos los intentos por destruirlos, pero no sabemos nada sobre los cuerpos que nunca se han descubierto.
 
Después de todo nunca se encontraron los cuerpos de las cinco primeras víctimas de Haigh.
 
El ácido no es el único agente que han empleado los asesinos para deshacerse de sus víctimas.
 
La cal viva es otra sustancia de este tipo, muy favorecida por los escritores de historias policíacas, aunque a decir verdad, la cal viva es totalmente inútil para este propósito. La cal es un óxido de calcio que tiene la fórmula química CaO. Cuando entra en contacto con el agua, se convierte en hidróxido de calcio, con la fórmula Ca (OH)2., este compuesto conocido como cal apagada, es en verdad muy corrosivo, pero su efecto en cuerpos enterrados no es todo lo que uno esperaría.
 
Cuando se entierra un cuerpo y se cubre con cal viva, el óxido reacciona con rapidez con el agua en el suelo y en el cuerpo mismo, convirtiéndose en la corrosiva cal muerta.
 
Tendrá lugar algo de corrosión en la superficie del cuerpo, pero el calor de la reacción es tan intenso que el cuerpo de inmediato se deshidrata…de hecho se momifica. Como hemos visto, los cuerpos momificados no se descomponen con facilidad.
 
LA MUERTE DE JONATHAN CHRISTIAN TOLENTINO TORRES.
Me voy a permitir narrar el caso del menor Jonathan Christian Tolentino Torres, con el cual ilustraré las serias omisiones y descuidos en que suelen incurrir tanto el Agente del Ministerio Público Investigador, el personal de Servicios Periciales, Criminalística y Medicina Forense así como las policías Preventivas Municipal y del Estado y los integrantes de la Sección de Homicidios de la Policía Ministerial del estado.
 
Dejando en claro que no es un caso único, sino que lo tomo como paradigma para proyectar las deficiencias en que incurren los servidores públicos de nuestro Estado y en especial en el contexto de la procuración de justicia y en las fases previas averiguatorias en este tipo de delitos.
 
A las 16:15 horas del día 24 de junio de 2004, Jonathan Christian Tolentino torres, de 15 años de edad, salió de su vivienda en la calle de Malaquita No. 515 del Fraccionamiento Esmeralda, dijo a sus familiares que iría a una fiesta y fue la última vea que lo vieron con vida, se alejó en compañía de Juan Guillermo López Huesca, entonces también de quince años, quien lo había invitado a una fiesta que duraría aproximadamente dos días, según la versión de este último.
 
El joven no llego a casa y al día siguiente supuestamente la familia recibió llamadas telefónicas donde les avisaban que lo tenían secuestrado, pidiéndoles un millón y medio de pesos después, la cifra subió a dos millones, a cambio de dejarlo en libertad.
 
Aclaro que esto nunca fue comprobado por la policía investigadora por lo que solamente es la versión de la mamá del supuesto secuestrado.
 
La Policía Ministerial detuvo e interrogó en los primeros tres días al menor Juan Guillermo López Huesca, el amigo que fue por Jonathan el día de su desaparición, pero obtuvo inmediatamente su libertad ya que la policía no detectó nada sospechoso en su coartada.
 
Días después producto de sus investigaciones elementos de la Policía Ministerial del Estado detuvieron como participantes en el “secuestro” y homicidio a Juan Guillermo López Huesca de 15 años de edad, a su hermano Alejandro, de los mismos apellidos y de 14 años, a J. Guadalupe Hernández Compean de 25 años y a Fernando Loredo Santana de 31 años de edad.
 
Posteriormente los cuatro detenidos fueron consignados ante un Juez penal y sentenciados por los delitos de Secuestro y homicidio calificado. J. Guadalupe Hernández Compean recibió una sentencia de 83 años de cárcel, a Fernando Loredo Santana se le condenó a 87 años de prisión, además de una multa de tres millones de pesos.
 
Por su parte Juan Guillermo y su hermano Alejandro recibieron una sentencia de 8 años por ser menores de edad, el primero lo está compurgando en el CEPRERESO La Pila mientras que el segundo se encuentra internado en el Consejo Tutelar para Menores.
 
Inconsistencias en la Investigación.
El periódico pulso de San Luis Potosí en un reportaje especial menciona que: El Caso fue atraído por el psicólogo-criminólogo Julio A. Ceballos, quien durante más de 30 años ocupó diversos puestos policiales en las filas policíacas tanto federales como a nivel local y ha esclarecido más de mil asesinatos en su larga carrera como investigador.
 
Con los resultados de mi investigación escribí el libro “El Martillo del Marques”. Historia de una infamia…He aquí la presentación:
El libro de próxima publicación donde el autor expone los resultados de su investigación respecto al asesinato del menor Jonathan Christian Tolentino Torres ocurrido el 24 de junio de 2004.
 
Con esta obra Julio A. Ceballos vuelve a horrorizar a la sociedad potosina y se refiere a este epítome como un paradigma de la sórdida procuración e impartición de justicia en nuestro Estado.
 
Quiero hacer la aclaración que la primera edición de este libro que constaba de tres mil ejemplares me fue decomisada durante un ilegal cateo a una de mis oficinas.
 
El periódico continúa su crónica: “basando sus indagatorias en técnicas criminológicas, criminalísticas y forenses, así como un análisis de los interrogatorios y declaraciones de los imputados Julio A. Ceballos considera que las investigaciones de la Procuraduría General de Justicia fueron fallidas…”
 
Señalo a continuación algunos resultados de mi investigación, material probatorio que es preciso y científico.
 
25 de junio de 2004.
El padre de Jonathan, Juan Tolentino, presenta su denuncia por secuestro en agravio de su hijo Jonathan. Los supuestos secuestradores no vuelven a llamar a la familia.
 
Las Confesiones de Juan Guillermo López Huesca.
 
6 de julio de 2004.
Al ser interrogado Juan Guillermo durante su segunda detención, realiza ante la Policía Ministerial del estado diversas declaraciones, en las primeras de ellas involucra y señala como autores del secuestro de Jonathan a Fernando Loredo Santana, a J. Guadalupe Compean y a su hermano menor, Alejandro, esto trae como consecuencia la detención de los tres señalados.
 
7 de julio de 2004.
Fernando Loredo Santana fue el principal objetivo de la Policía Ministerial y después de ser detenido en su lugar de trabajo fue sometido según su dicho a más de 30 horas de cruel interrogatorio teniendo como base la tortura física y psicológica, al término de los cuales se vio obligado a declararse “culpable” del “secuestro" de Jonathan y de su posterior homicidio.
 
Se auto inculpó confesando a sus interrogadores de haber dado muerte a Jonathan de 4 disparos por arma de fuego en el interior de su casa. Asegurando que el cuerpo de la víctima estaba en su casa al igual que el arma con la que le había quitado la vida, pero el cateo realizado en su domicilio en búsqueda del cuerpo, del arma y de material probatorio que sustentara su confesión fue del todo negativo…sin ningún resultado que lo inculpara.
 
El día 7 de julio de 2004.
Se presentó ante el agente del Ministerio Público el padre de Juan Guillermo López Huesca y declaró ante el Agente del ministerio público que su hijo le había confesado que el mismo 24 de junio después de pasar por Jonathan a su domicilio se dirigieron a su casa situada en circuito Penélope del Fraccionamiento del Marqués, en donde estuvieron tomando cerveza, y que estando bajo los efectos del alcohol, comenzaron a discutir hasta que llegaron a los golpes, que Memo le propinó un puñetazo a Jonathan en el rostro y que este cayó al suelo, golpeándose la nuca con un escalón que se encuentra entre la sala y el comedor de la casa, que Jonathan no volvió en si, por lo que al llegar su hermano Alejandro y darse cuenta que su amigo había fallecido, decidieron sepultarlo en el jardín de la casa.
 
8 de julio de 2004.
Es localizado el cuerpo de Jonathan por elementos de la Policía Ministerial del estado y Agente del Ministerio Público, sepultado clandestinamente en el jardín de la casa de la familia López Huesca. La Procuraduría General de Justicia del estado establece que Jonathan fue asesinado en la sala de la casa.
 
La necropsia de ley establece que la muerte de Jonathan se debió a once heridas contundentes en las regiones temporales y occipitales que le causaron varias fracturas expuestas de cráneo.
 
Lo más alarmante de este caso me parece que es el hecho de que fue hasta 20 días después de los hechos cuando elementos de la Policía Ministerial del estado, y personal de la dirección de Servicios Periciales Criminalística y Medicina Forense de la PGJE realizaron un segundo cateo a la casa de la familia López Huesca, exactamente el día 14 de julio de 2004 y al inspeccionar la habitación de los hermanos López Huesca se quedaron sorprendidos por el caos que se veía en la habitación, un enorme lago hemático, salpicaduras de sangre y masa encefálica en los cristales de una ventana y en la pared del lado derecho, sabanas, cobija y colchón maculados hemáticamente, mechones de cabellos, al parecer de la víctima, un zapato de Jonathan, y a las puertas de la entrada de la sala.
 
Bajo una carretilla: el arma homicida: un martillo para albañilería.
 
Parece ser que en la inspección e investigación realizada en la escena del crimen el día 8 de julio de 2004 PGJE por personal de la PGJE les fue suficiente localizar el cuerpo de Jonathan en el jardín de la casa, dando por hecho que los hechos donde perdiera la víctima Jonathan habían sido como perversamente había confesado Juan Guillermo, es decir, durante una riña y en la sala de la casa.
 
Cabe mencionar que de acuerdo a mis investigaciones nunca hubo secuestro en este caso, Fernando Loredo Santana y J. Guadalupe Compean no tuvieron ninguna participación en el asesinato de Jonathan, y el verdadero asesino fue Alejandro López Huesca, hermano menor de Juan Guillermo López Huesca, quien llegó al domicilio intempestivamente y encontró en una situación vergonzosa y comprometedora en la recamara a su hermano y a Jonathan, a quien sorprendió por la espalda y le propinó once martillazos en la cabeza.
 
Perfil Psicológico de Juan Guillermo López Huesca.
De acuerdo a los peritos en psicología forense oficiales, Juan Guillermo proyecta dificultades sexuales, rasgos homosexuales, dificultad para aceptar su identidad sexual, preocupación sexual, conflictos con la aceptación corporal sexual, excesiva preocupación por los genitales femeninos, además presenta narcisismo, vanidad, agresividad, aspectos paranoides, inseguridad, dependencia materna, deseos de libertad, infantilismo, hostilidad, impulsividad, proyecta actuar en el ambiente de un modo controlado, sentimientos de culpa e intentos de sublimación.
 
Para terminar mi crónica y manifestar mi aumento de preocupación por los problemas que plantean la procuración y administración de justicia en nuestro estado, no omito mencionar que a José Guadalupe Hernández Compean y a Fernando Loredo Santana se les logró reducir la sentencia 30 años, y el día 30 de marzo de 2007 el primero ganó un amparo que le otorgó su plena libertad. Fernando Loredo Santana sigue en espera de mi ayuda para obtener su libertad.
Ya tiene injustamente prisionero diez años.
 
Julio A. Ceballos.
Psicólogo-Policiologo
San Luis Potosí, México
Agosto 6 de 2014.

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