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LA MENTE FORENSE

29 DE MAYO DE 2014

LA MENTE FORENSE

 

 

“Si un hombre empieza con certezas, terminará con dudas;

Pero si se contenta con empezar con dudas, terminará con certezas…”

Francis Bacon.

El Avance del saber.

 

RAZONAMIENTO SENSATO.

La práctica de la ciencia forense no es sólo la aplicación de un conjunto de técnicas de laboratorio, es una actitud de la mente, una tendencia a pensar en una forma particular. Es la adquisición del hábito de comenzar con una duda, de estar entusiasmados y dispuestos a cuestionar lo indiscutido. Es cultivar una mente suspicaz.

Por supuesto, la suspicacia es de poca utilidad en sí misma. Hosea Ballou, el fundador estadounidense de la iglesia Universalista, una vez dijo que la suspicacia tiende a estar más equivocada que en lo correcto, a ser más injusta que justa. De hecho, la suspicacia sin fundamentos o basada en razones emocionales es peor que inútil y puede causar gran daño, es lo que guía a un grupo de linchadores. Para que la suspicacia sea productiva, debe hacerse y seguirse con razonamientos sensatos. A menudo se ha comentado que el sentido común es la materia prima de la que todos se sienten tener suficiente, sin embargo, el sentido común, paradójicamente, puede extraviarnos en las formas más inesperadas. Lo que es “obvio” o lo “que parece lógico” con mucha frecuencia no es razonable en absoluto.

Esta mezcla de suspicacia y razón es el punto fuerte del científico forense. No es sólo un extra opción al interesante, es esencial. Sin ella, la ciencia forense se reduce a la aplicación rutinaria de recetas científicas. Las técnicas de la ciencia forense se comentan con mucho detalle en infinidad de libros, por lo que me parece interesante comentar en esta ocasión acerca de los procesos de pensamiento que nos conducen a decidir que técnicas se deben emplear, y en qué forma.

He dicho que lo que parece razonable u obvio puede estar equivocado por completo. El siguiente ejemplo demostrará la verdad de cada afirmación, al parecer desconcertante. Aunque no es, hablando en forma estricta, un ejemplo “forense”, ya que no se relaciona con un problema legal, es un ejemplo especialmente apropiado de lo que quiero dar a entender. También recuerda que las técnicas de la ciencia forense son las técnicas de reconstruir el pasado, sea ese pasado de interés legal o no.

El Greco, el famoso pintor español-griego, adoptó un estilo artístico de lo más peculiar hacia el final de su vida. No necesitamos ser entusiastas del arte del Renacimiento para poder reconocer una pintura tardía de El Greco al verla, ya que las figuras humanas en ellas son desproporcionadas, altas y delgada. Estas características se pueden ver en casi todas sus pinturas tardías y se muestran con claridad particularmente en obras como San Martín y el Mendigo, en la cual se muestra al mendigo como una figura muy atenuada. En San Bernardino de Siena, la figura del santo está alargada de la misma forma. Los ángeles en la adoración de los pastores, a diferencia del querubín regordete de la mayoría de las pinturas del renacimiento, son largos y distorsionados.

Estas representaciones extrañas y artificiales de muchos personajes, incluyendo la figura de Cristo mismo, desconcertaron a artistas y eruditos por muchos años, ya que el Greco era un pintor consumado, que produjo algunos retratos bien proporcionados de figuras eclesiásticas importantes de su tiempo. Se preguntaban por qué El Greco cambió su estilo de esta forma extraña. ¿Podía ser qué había perdido su sentido de la proporción (literal) mientras envejecía?

Hace algunos años, un distinguido cirujano de los ojos sugirió que El Greco pintó sus figuras largas y delgadas porque al envejecer sufrió de un defecto de la vista que lo hacía ver a la gente y a las cosas como largas y delgadas. Las pintó de esa forma porque las veía de esa manera. Parecía tener sentido por completo y muchas personas quedaron satisfechas porque el misterio se había explicado; vejez y mala vista causaron el cambio extraño en el estilo. Era razonable.

Pero, ¿era la explicación verdadera? Piensa en lo que sucede cuando uno tiene un defecto de la visión. Vamos a decir que un artista tenía un defecto que lo hacía ver doble. Toda persona o cosa que mirara aparecería como dos de lo mismo. Si decide hacer una imagen, por ejemplo, de un hombre o de una casa, el hombre o la casa aparecerán dobles para él…y aparecerá sólo uno para los demás.

Si una persona así dibujara sus figuras al doble, vería cuatro figuras al final. No es lo que ve normalmente. Es una figura sola la que ve como doble. De nuevo, si veía a las dos figuras ordinarias como largas y delgadas, dibujaría figuras ordinarias, las cuales parecerían largas y delgadas para él. Si las dibujara largas y delgadas, parecerían todavía más largas y delgadas, pero sólo las figuras que se dibujaran en sus proporciones naturales parecerán para él como sucedería con los objetos reales. Por lo tanto no las dibujaría anormalmente largas y delgadas.

No, El Greco no tenía un defecto en la visión. Lo que es más, no podía tener uno. El hecho de que sus figuras fueran largas y delgadas, es evidencia de su buena visión, no lo contrario, como sugirió el especialista de la vista. El Greco pintó sus figuras largas y delgadas porque así es como quería que aparecieran. La causa es voluntaria, no involuntaria.

Este ejemplo muestra cómo una explicación causal que puede parecer del todo razonable al principio, puede en realidad no sólo equivocada, sino ser imposible. Lo que causa que a veces sea difícil de determinar.

A veces, ciertas cosas parecen ir juntas, como calor y luz.

Cuando encontramos una fuente de luz fría, nos sorprende un poco, sin embargo, si encontramos un objeto caliente que no emite luz, no nos sorprende tanto. Aunque esperamos que ambos vayan juntos, somos más felices con la idea de calor sin luz, que al contrario.

Por supuesto que estas expectativas son el resultado de nuestra experiencia. Sabemos que la cacerola caliente en que nos quemamos la mano no emite luz, pero que muchas fuentes de luz que hemos tocado están calientes. Entonces, nuestra regla general, se convierte en “ninguna luz sin calor, pero a veces calor sin luz”. Es un paso corto de esta afirmación a la conclusión de que el calor es necesario para producir luz…que el calor es la causa y la luz el efecto.

Esto no es cierto. La luz es la parte visible del espectro electromagnético; el calor es la energía que se transfiere de un objeto a otro como resultado de una diferencia en temperaturas. Por supuesto, hay un vínculo entre ellos, cada uno es un tipo de energía y sabemos que un tipo de energía puede cambiar a otro. Lo que es más, una fuente de energía, puede emitir esa energía en más de una forma.

El hecho aquí es que aunque diferentes cosas pueden ir juntas, están correlacionadas, como les gusta decir a los científicos, no significa a fuerza que una causa a la otra. En un ejemplo preciso desde el punto de vista científico, como el anterior, este hecho se puede ver con bastante claridad; todo se mide con exactitud y podemos ver con facilidad qué causó qué o no lo causó. Al abordar la evidencia en situaciones que no son fáciles de medir, la imagen puede volverse más confusa. Una prueba que va unida a otra puede provocar gran confusión, no sólo en la ciencia, sino en los tribunales y en las tentativas de comprender la historia, ya que las correlaciones pueden ser engañosas en forma extrema y peligrosa.

La evidencia que va junto a otra evidencia puede confundir en muchas maneras. Es posible presentar una prueba aislada o acompañada con otra prueba. En cierto tipo de situación, presentar la evidencia sola puede ser engañoso, sin embargo, en otras situaciones presentar la evidencia de la mano con otra evidencia, por decirlo de alguna manera, puede ser incluso más engañoso.

Considera cuál sería tu reacción si vieras a un hombre caminando por la calle sujetando un cuchillo. La mayoría de las personas sentiría que el hombre representaría un peligro, su apariencia parecería amenazadora, incluso criminal. Expresándolo con más formalidad, la evidencia del cuchillo sugeriría que es un hombre peligroso.

Pero ¿Cuál hubiera sido tu reacción si el hombre hubiera estado sujetando un cuchillo y un tenedor con la mano? Es claro que no lo hubiéramos visto bajo una luz tan desagradable como cuando estaba sujetando sólo el cuchillo. De hecho, lejos de parecer amenazador o criminal, parecería gracioso, incluso absurdo. La evidencia del tenedor diluyó la evidencia del cuchillo, o con más precisión, modificó la evidencia del cuchillo. El tenedor nos hizo considerar al cuchillo de una manera diferente, con el resultado de que nuestra opinión del hombre cambió en una forma fundamental.

Vamos a examinar la conducta de este hombre más de cerca. Llegamos a la conclusión de que parecía amenazador cuando caminaba con él solo, pero esto no significa a fuerza que es un criminal. Es nuestra reacción a él, cuando llevaba el cuchillo y tenedor, lo que es en verdad interesante. De hecho, el tenedor podría sugerir que el cuchillo era un objeto inocente, pero pudo ser ese hecho en si lo que hizo que el hombre llevara el tenedor por principio de cuentas, en otras palabras, pudo haberlo llevado para engañarnos y hacernos creer que él era inofensivo. Por otro lado, si hubiéramos ido a la estación de policía e informar haber visto a un hombre caminando por la ciudad con un cuchillo, y no revelando la información sobre el tenedor, el policía investigador podría sentir más adelante que se le engañó al no mencionar ese pequeño hecho relevante.

Es fácil pensar en varias situaciones en que la evidencia, cuando se une a otra evidencia, puede presentar una imagen muy distinta a la que aparecería si la evidencia se examinara sola. Si el hombre de nuestro ejemplo hubiera estado cargando a un niño feliz en sus brazos, se hubiera visto muy inofensivo, incluso si hubiera estado sujetando el cuchillo sin tenedor.

Lo opuesto a lo anterior también es cierto: La evidencia presentada aislada puede llevarnos a conclusiones muy diferentes a las que llegaríamos si se nos hubiera dado alguna otra evidencia al mismo tiempo.

Si un hombre, herido y magullado llegara a nuestra puerta, y nos dijera, con mucha sinceridad, que alguien lo había atacado con violencia, sentiríamos que tiene un motivo de queja válido. Sin embargo, podemos ver la situación en forma muy diferente si luego descubrimos que nuestro visitante apaleado inició la pelea y que la golpiza que recibió sólo era el resultado de la acción defensiva del otro hombre.

CAUSA Y EFECTO.

Tal vez esos ejemplos sean demasiado obvios, así que vamos a abordar un ejemplo más complicado.

En un grupo de estudiantes, uno de estos, a veces se presentaba usando un jersey rojo brillante. Los otros estudiantes se dieron cuenta de que siempre parecía muy alegre cuando usaba ese jersey y nunca estaba tan satisfecho consigo mismo como cuando lo usaba. El vínculo entre su buen ánimo y su llegada en el jersey rojo, era tan fuerte que me sentí impulsado a preguntarle al grupo por qué pensaba que era así. El estudiante era afable y entró en el juego, acordando con mi solicitud que no debía divulgar la verdadera razón para este vínculo, suponiendo que hubiera uno, hasta el final de la discusión.

Sus compañeros presentaron varias ideas,. La primera era que usaba ese jersey siempre que se sentía feliz, de ahí la correlación. No, contestó nuestro amigo, no era la razón. Alguien más sugirió que la causa y el efecto eran al revés…se sentía feliz cada que usaba el jersey, en otras palabras, el jersey le hacía feliz. De nuevo, no era así. El jersey no causaba su felicidad y su felicidad no lo hacía ponerse el jersey; ninguno era la causa del otro. Ni el “huevo”, ni la “gallina” vinieron primero, sin embargo, la correlación entre ellos era muy fuerte. Entonces, ¿cuál era la explicación?

La respuesta era sencillamente que usaba el jersey cuando iba a remar. Era remar lo que causaba que usara el jersey y la felicidad del joven; tanto el jersey como su buen ánimo eran consecuencia de una causa invisible para nosotros. La “gallina” de remar producía dos “huevos”: el jersey y la alegría.

Este tipo de situación puede surgir con mucha frecuencia en formas más complicadas, a menudo causando gran confusión y malentendidos. La conclusión razonable del jersey rojo y el buen estado de ánimo eran causa y efecto o viceversa, hubiera provocado más confusión si el estudiante hubiera decidido en algún momento usar un jersey azul en sus excursiones de remo. Entonces se nos hubiera presentado el hecho confuso de que estuviera alegre, usando un jersey totalmente diferente. El punto de todo esto, es que a menudo se nos presentan ciertos efectos y sin ninguna causa, pero que, en ausencia de la segunda, tendemos a asumir que alguno de los efectos es la causa de los otros. Una conclusión así no por fuerza termina ahí, ya que nuestro razonamiento nos podría llevar a más acciones o discusiones que nos llevarían a áreas de total confusión.

El siguiente ejemplo mostrará como este tipo de confusión puede causar malentendidos graves e incluso peligrosos. También demostrará que un razonamiento falso puede llevarnos a más errores.

Alguien aseguró una vez en un artículo de revista que la presencia de iluminación en la calle causa el crimen. Afirmaba que ladrones y criminales eran atraídos por áreas bien iluminadas, ya que esas áreas por lo general estaban habitadas por gente adinerada. En un ataque de arrogancia se dejó llevar tanto que afirmó que los callejones oscuros en la noche eran más seguros que las calles iluminadas. Apoyaba estas afirmaciones, usando como referencia el hecho verdadero de que hay más atracos a mano armada y robos en colonias muy iluminadas que en colonias que no tienen iluminación en las calles.

Hay dos errores en este argumento. El primer error tenía que ver con causa y efecto, aunque el caso era más directo que la historia del jersey rojo. Los dos hechos observados, las luces brillantes y los robos eran, en verdad causa y efecto, pero el escritor los puso en el orden incorrecto, porque convenía a su propósito. (Su propósito quedó claro más adelante en su artículo, pero no tiene caso entrar en eso aquí). De hecho, las luces brillantes no causan el crimen. Los hechos conocidos muestran que cuando aumentan los robos en ciertas áreas residenciales, los residentes exigen mayor iluminación con el fin de disuadir a los ladrones. Los robos disminuyen como resultado de las luces recién instaladas, pero siguen siendo más comunes en estas áreas que en otras. Por lo tanto, los robos causaron las luces, no las luces los robos. El segundo error fue la “explicación” dada. Después de convencerse de que las áreas con buena iluminación son más propensas al crimen que otras, el escritor del artículo afirmó que se debía a que los criminales se sienten atraídos por las luces brillantes. Como su primer punto era incorrecto, su explicación carecía de significado; no se puede explicar algo que no sucedía. Sin embargo, el hecho de que lo hiciera muestra lo fácil que es que un error lógico nos lleve a la confusión total. Preocupado de que el artículo confundiera a la gente, con consecuencias desastrosas, se sintió obligado a escribir una refutación de su artículo

La selectividad inconsciente de la evidencia a menudo nos puede extraviar. Considera la siguiente observación, de la que es muy común escuchar variaciones: “Ayer estaba pensando en la tía María y, “válgame dios”, me telefoneó esa misma tarde. Creo que somos telepáticos”.

Bien podrían compartir quien habla y la tía María un sentido telepático, pero la llamada telefónica de la tía María no es evidencia de eso. ¿No es cierto que pensamos en la tía María casi todos los días? Se olvidan los cientos de ocasiones en que la tía María nos vino a la mente, pero que después no habló por teléfono; se recuerda la única ocasión en que ella hizo contacto.

En situaciones de este tipo no se examina la evidencia como un todo, sólo partes de ella que apoyan una preciada creencia. Es consolador que la tía María telefonee cuando uno piensa en ella. Este tipo de truco mental. Lo adoptamos en forma consciente o inconsciente, no está confinado a asuntos ordinarios y cotidianos, sino que afecta nuestras ideas en juicios criminales y respecto a sucesos históricos de todo tipo.

He escuchado a algunos eminentes abogados exponer sus casos en el tribunal de esta forma y, algo triste e inquietante, varias decisiones políticas recientes se basaron en estos razonamientos falsos.

CONTINUARÁ…

Julio A. Ceballos.

San Luis Potosí., S.L.P. a 29 de mayo de 2014.

 

LA MENTE CRIMINAL.

 

 Desde sus inicios en el siglo XIX, la explicación científica de la criminalidad ha elaborado sus planteamientos a partir del presupuesto básico del carácter singular y distinto del comportamiento delincuente con relación al comportamiento adaptado a las normas sociales y jurídicas. Y lo que es más, en este origen singular del comportamiento delincuente está implicita una base patológica del individuo que lo lleva a cabo. Y a partir del momento en que se convalida científicamente esta afirmación, el científico se permite encauzar el estudio de la delincuencia a través de formulaciones que evidencien el “por qué” y las causas de tal singularidad. Inmediatamente se opera una separación tajante entre el individuo adaptado y el delincuente, de modo que aquél que juzga este como ente distinto, y desde el momento en que se coloca como normal y poseedor de la verdad sobre lo que es bueno y malo, sobre lo que es justo e injusto, el hombre adaptado ocupa el lugar ventajoso dentro de esta relación de distanciamiento. No es sólo un distanciamiento social y psicológico sino que fundamentalmente es un distanciamiento ideológico. No hay por tanto posibilidad de integrar las acciones delictivas dentro de los atributos de la conducta adaptada. Se le podrá decir al delincuente lo que él tiene de cierto y errado, porque hizo lo que hizo e incluso se le podrá predecir su conducta futura, así como los sentimientos que le animarán para, en el último término imponerle un cambio en su manera de ser y de pesar. Por lo tanto la primera condición de que la relación de distanciamiento otorga al individuo adaptado es el apoderarse de la posición de autoridad sobre el destino del sujeto delincuente. Además dentro de otro orden de cosas, el sujeto adaptado, al considerar al delincuente como un ente distinto, provoca en sí mismo una reacción, experimenta un sentimiento de desinterés absoluto para comprender una conducta tan distinta –que se desarrolla en otra esfera de la realidad humana- y para acerarse al hombre que la realiza, y ello porque hay un impulso de rechazo, de presión hacia lo desconocido y lo diferente. Sería pues, interesante encontrar el origen de la noción de “distinto” y de “anormal” que se ha otorgado al sujeto delincuente. Si Lanzamos a una mirada hacia atrás en el tiempo, con anterioridad a las teorías biológicas de la criminalidad del siglo XIX, veremos que en un principio, antes del siglo XVII, no hay una separación entre el no delincuente y el delincuente. Es sólo a partir del siglo XVIII, cuando por la ineficacia del modo de producción feudal y la comercialización del campo (Ignatieff, 1978), se expulsa a los campesinos y trabajadores, lo que fuerza su llegada a la ciudad en la época de la incipiente mercantilización (Dobb, 1971). En Inglaterra las Leyes de Encierro de 1640 protegen la separación de elementos comunales distinguiendo entre los campesinos de iure (o residentes legales) y los campesinos de facto, que son expulsados de las tierras. Es en este momento cuando el campo deja de incorporar a sus elementos pobres tal como lo había estado haciendo, aceptando como costumbre el derecho a utilizar la madera, las albercas, la leña, la paja, las hierbas, etc., y utilizando a los labriegos para trabajos menores en las recolecciones y otros menesteres estacionales. De modo que la satisfacción de las necesidades de los pobres se inscribe dentro del marco económico de autosubsistencia de la comunidad o de la comarca. Hay, pues un cambio sustancial que se formaliza en la promulgación de las primeras leyes represivas que castigan justamente aquellos actos que implicaban el ejercicio de los derechos consuetudinarios. Este cambio produce una transformación profunda en la actitud social hacia el no integrado, cuyas repercusiones podríamos representar como la expansión de las ondas causadas por una piedra lanzada en un estanque; el fenómeno se va multiplicando, tornándose más complejo para convertirse en el mayor y más grave problema a medida que las incipientes ciudades primero, y más tarde los centros comerciales y manufactureros, se ven abarrotados de individuos incapaces de ser asimilados por la nueva ley de mercado. A partir de aquí se forma y fundamenta la noción valorativa negativa de un comportamiento “distinto” propio de la categoría de individuos no integrados, que se legitima justamente a través de la promulgación de leyes represivas. El delincuente pasa a ser asimilado a distintos tipos, como el de vagabundo, el ocioso, el pobre, el loco, la prostituta, como categoría social más o menos singular en razón del rechazo social de que son objeto. LA MENTE CRIMINAL. El perfil de una persona que comete un delito no es único. El delincuente puede ser desde un menor de edad hasta un adulto mayor. Puede ser hombre, mujer, blanco, negro, oriental, mestizo y de cualquier nivel socioeconómico. Es decir cualquier miembro de la sociedad puede eventualmente infringir la ley y cometer un delito. En la mayoría de los casos es posible evidenciar una pérdida del control de las funciones mentales, bien sea en forma temporal o permanente. En el primer caso, los delitos asociados a una pérdida del control temporal de las funciones mentales, las causas son variadas e incluyen situaciones de estrés, miedo, celos, abuso de alcohol, uso de substancias alucinógenas. En el segundo caso, la pérdida permanente en el control de las funciones mentales, las causas incluyen patologías que alteran la estructura y función cerebral. Aquí se incluyen enfermedades como las esquizofrenias, estados maniaco-depresivos, secuelas de traumas cerebrales, presencia de tumores y alteraciones en el desarrollo neurológico. Este panorama complejo implica que los procesos judiciales y sus sentencias deben ajustarse de tal manera que contemplen no solo el castigo o penalización, sino que además contemple los procesos de resocialización y estrategias para impedir la posibilidad de reincidencias. Los crímenes cometidos por un individuo con capacidades mentales dentro de lo normal pero bajo estrés, los cometidos por un adicto y los cometidos por un enfermo mental deben considerar diferentes variables: tipo de delito, potencialidad para rehabilitación y posibilidad de recidiva. El doctor Zakaria Erzinclioglu autor del libro Forenses (Grupo Editorial Tomo de C.V.) se pregunta: ¿Por qué algunas personas cometen crímenes? ¿Por qué hacen eso, mientras que la mayoría de nosotros paremos no tener dificultades en tener vidas que cumplen con las leyes? ¿Qué convierte al ser humano en un monstruo? Las anteriores son preguntas que tienen que ver con la mente humana, un tema lleno de dificultades. El autor del libro nos hace una advertencia: “Si algunos de mis comentarios parecen estridentes, solicito su indulgencia, ya que son asuntos de suprema importancia y no se pueden tratar con superficialidad.” Es necesario sujetar las ortigas con firmeza, tomar al toro por los cuernos y ver los problemas directo a los ojos. Muchas personas tienen una creencia casi ciega en la ciencia y a menudo se encuentran poco dispuestas a contradecir sus hallazgos; pero la ciencia no es omnipotente y a menudo falla en serio, en especial en la sensible área de la conducta humana, No toda la ciencia es científica, como veremos. Nos advierte el Dr. Zakaria: “Sin embargo antes de que continuemos, me gustaría dejar otro punto claro por completo. Algunos académicos son famosos por sus tendencias las disputas amargas, ocultando su antipatía personal con una simulación de debate científico. Le aseguro al lector que las críticas que hago a continuación no surgen de un motivo tan vil, y por esta razón, no nombraré cualquier individuo con el que no esté de acuerdo. No trato de ser ingenioso o gracioso cuando digo que algunas de las personas con las que más estoy en desacuerdo sobre estos asuntos están entre mis mejores amigos. RAZONAMIENTO FALSO E ILÓGICO. Existe una historia, que con sinceridad espero que sea apócrifa, sobre un científico que estudiaba ranas. Colocaba una rana en la mesa del laboratorio, luego acercándose al animal, le gritaba con fuerza. En forma invariablemente, la rana saltaba en la mesa. Entonces el científico decidió llevar más allá su investigación. Tomó una rana y le cortó las patas, luego la puso en la mesa como antes, acercándose y gritó con fuerza, pero la rana no se movió. ¿Por qué? Era claro que la rana no saltó porque ya no podía escuchar, y ya no podía escuchar porque se le habían quitado las patas. Conclusión: ls ranas escuchan con las patas. Es la imagen del idiota sabio; el hombre erudito que, con toda su erudición, es un tonto. Aunque nunca he encontrado un ejemplo tan vergonzoso de razonamiento falso en un científico, es sin embargo cierto que algunas áreas de la ciencia abundan con ejemplos de razonamiento ilógico por completo, que no están tan lejos de nuestra divertida historia de la desafortunada rana. La psicología, por su propia naturaleza, es un tema que debe atraer a cualquiera interesado en la gente y la sociedad en general. Sin embargo, como un campo de investigación humana descriptiva más que explicativa o predictiva. Por lo tanto, antes de examinar las formas en que psicólogos y otros han tratado de explicar o predecir la conducta humana, criminal o no, primero consideremos su contribución a la descripción de la conducta criminal. Hacer perfiles psicológicos o de “delincuentes” es el campo de la investigación que trata de describir la actitud mental y los antecedentes generales de una persona que ha cometido un crimen, con la meta de ayudar a la policía para encontrarla. Las pistas que deja atrás el criminal se pueden emplear para construir una imagen de su mente. Por ejemplo, se dice que casi todos los asesinos seriales son blancos, no negros, comentario que se podría considerar racista si hubiera sido al revés. Si un crimen toma algún tiempo para ejecutarse, como el asesinato, la violación y la mutilación posterior de la víctima, se interpreta como que el criminal debe haber estado familiarizado con el área, ya que no hubiera pasado tanto tiempo en un lugar desconocido para él. También se considerará probable que un asesino serial, en especial cuyos crímenes son horribles en particular, debió tener una infancia infeliz, que procede de un hogar roto o que se abusó físicamente de él cuando era niño. Hasta el momento, todo bien; todo tiene sentido. Lo que es más, estos perfiles casi siempre muestran ser ciertos cuando se atrapa al delincuente. Por lo tanto ¿Cómo terminará el asunto? Bueno, no, ya que es mucho lo que preocupa respecto a cómo se usa e interpreta una información así. Consideremos primero esta pregunta: “¿No es probable en forma intuitiva que un crimen violento resulte ser infeliz?: la respuesta con seguridad será: “Si”, y nos sentimos tentados a decir que no necesitamos un psicólogo para decirnos esto. Es peor el problema que se produce al hacer la siguiente pregunta: “Si un criminal tiene características X. ¿esto significa que las personas con características X son criminales?”, Me doy cuento que no es esto lo que los especialistas en hacer perfiles de delincuentes dicen, pero es lo que parece que dicen otros psicólogos, ya que, como grupo, los psicólogos tratan de explicar el comportamiento humano, en otras palabras, hacen la pregunta en la forma contraria…la segunda mital de la pregunta en la última oración. SOCIOBIOLOGÍA. La Sociobiología se ocupa de investigar las bases biológicas de la conducta social, desde una perspectiva teórica fundamentada en la premisa de que ciertos comportamientos sociales tienen una base genética y que los procesos evolutivos favorecen aquellas conductas que mejoran el éxito reproductivo y la supervivencia. Se trata de una traslación de los principios evolucionistas, que regulan el desarrollo de las características físicas compartidas por los miembros de una especie, a las características de comportamiento de las distintas especies animales, incluido el ser humano. El fundador de esta teoría fue el biólogo americano Edward Osborne Wilson quien, tras sus trabajos sobre los efectos de la selección natural en ciertas sociedades biológicas, como los hormigueros, extendió sus conclusiones a otras comunidades animales. Los resultados de estas primeras investigaciones, que sentaron las bases de la sociobiología, fueron publicados por este autor en un libro, publicado en 1975, que llevaba por título: Sociobiology: The New Synthesis (Sociobiología: la Nueva Síntesis). La sociobiología estudia las bases biológicas del comportamiento social de animales gregarios; algunos asuntos, como la agresión, la territorialidad, el sistema social, el altruismo o la selección de pareja, son especialmente contemplados en los desarrollos teóricos sociobiológicos. Por su aproximación interdisciplinar, la sociobiología es una síntesis de los conocimientos derivados de la neurobiología, la etología (el estudio de los patrones de comportamiento de los organismos en la naturaleza), la ecología (el estudio de las relaciones que se dan entre los organismos y su entorno) y la genética. Basándose en ellos, esta disciplina pretende extraer principios generales aplicables al estudio de las sociedades animales. Su carácter innovador reside, precisamente, en la combinación de la tradición etológica y psicológica con los fundamentos ecológicos y la genética de poblaciones (muestra cómo los grupos sociales se adaptan a su entorno por evolución). De esta manera, los sociobiólogos afirman que los patrones de comportamiento surgen, se ven modificados y llegan a desaparecer, a través de la selección natural. El aparato experimental de la sociobiológica se fundamenta en la comparación de modelos sociales de especies gregarias. Así, cada forma de vida puede ser considerada como un experimento evolutivo, el producto de millones de años de interacción entre los genes y el ambiente. En cierto modo, la sociobiología puede relacionarse con la Memética, la teoría del "gen egoísta" de Dawkins Después de dar la definición de la Sociobiología, es importante considerar sus principales contribuciones a la ciencia. Esta área de la biología trata de explicar la conducta social humana en términos de conducta y biología animal, su principio básico es que toda la conducta social, está determinada genéticamente. En lo que se refiere a la sociedad humana, lo que los sociobiólogos están diciendo es esto: los seres humanos exhiben ciertos rasgos de personalidad, se organizan en grupos (familias, tribus, naciones, etc…), van a la guerra, cooperan, cuidan de sus crías, etc. Dicen que estos rasgos son controlados por genes y por lo tanto, l naturaleza humana evolucionó por medio de la selección natural, en forma muy parecida al cuello de la jirafa o a la trompa del elefante. En pocas palabras, afirman que la naturaleza humana está predeterminada genéticamente, en el sentido de que los genes humanos no sólo dejan a las personas hacer ciertas cosas, sino que los obligan a hacerlas. Uno de los argumentos empleados para justificar esta creencia es el hecho de que ciertos hábitos de conducta parecen estar muy extendidos en la gente de todo el mundo. Por ejemplo, dicen que como la guerra ha sido una actividad humana tan común a todos los pueblos durante la historia, debe ser una característica genética. El autor de un libro reciente justificó este tipo de creencias diciendo que como la moralidad es más antigua que la iglesia, la cultura más antigua que Babilonia, la sociedad más antigua que Grecia, el comercio más antiguo que el estado, estas características deben de ser genéticas y que sus raíces están en los “eslabones perdidos” con otros primates. El Dr. Zacaria Erzineclioglu considera que la primera falla de este argumento es que sólo porque un característica esté extendida, no significa que por necesidad que sea genética. En efecto, todos los habitantes de Francia hablan francés, pero esto no quiere decir que exista un gen de este lenguaje. Aunque la constitución genética del pueblo francés, permita que hablen ese idioma, no o causa, ya que un que se cría en Inglaterra hablará inglés, no francés, y un niño inglés que se críe en Francia hablará francés, no inglés. De cualquier manera cualquiera puede usar una computadora si se le enseña cómo usarla, sin embargo debe estar claro que no ha evolucionada jamás un gen para el uso de las computadoras. LAS SUPUESTAS RAÍCES DE LA CRIMINALIDAD. Entonces ¿dónde está la respuesta? Muchas personas creen que está, de hecho, en la genética, o al menos en la biología. Es una opinión general, que mantienen muchos científicos capaces, además de otros hombres y mujeres inteligentes. Es justo que mencione este hecho, ya que estoy en desacuerdo con ellos.. Por lo tanto debe de comprender el lector que los puntos de vista que voy a exponer no son por fuerza los puntos de vista ortodoxos de la ciencia como un todo. Existen dos razones fundamentales de que yo discrepe. La primera razón es que no hay evidencia de que l criminalidad se herede en los genes, ni se podrá encontrar esa evidencia. Si parece un punto de vista sorprendentemente extremo, consideremos lo que queremos decir cuando usamos la palabra “criminalidad”. Creo que todos estarían de acuerdo en que la criminalidad es un tipo de conducta que ofende nuestras creencias morales, o conducta que n o está permitida por la ley. Por lo tanto, es un concepto moral, o uno legal, pero no es uno científico. Ninguna cantidad de estudios genéticos nos dirá si cierto tipo de comportamiento es “correcto2 o “equivocado”, hablando desde el punto de vista moral, o legal. Los estudiantes que se opusieron a los tanques en la plaza de Tiananmen eran criminales en China, pero héroes en el resto del mundo. Entonces estoy sugiriendo que se debe de abandonar toda investigación científica de las causas de la criminalidad? No del todo, pero debemos tener en claro por completo cuales son las características que estamos investigando. La agresión se puede equiparar con la criminalidad, pero una persona agresiva no es por fuerza un criminal y, de hecho puede ser un miembro digno de la comunidad. Todo depende de “canalizar” esos instintos agresivos heredados o no. Es necesario plantear otro punto, un poco más perturbador. Los genetistas que afirman estar estudiando la criminalidad casi siempre se ocupan del crimen violento, casi nunca de los que podríamos llamar crimen de “Cuello Blanco”. Eso podría ser porque aunque es fácil (aunque erróneo) igualar la agresión con la criminalidad, no existe un tipo patente de conducta que se asocie con defraudar a nuestro empleador, traicionar a nuestro país, o incluso deslizar algo de cianuro a la bebida de alguien. Si la “criminalidad” es heredable. ¿qué palanca conveniente podemos usar para afirmar que existe un gen para eso? Por supuesto la respuesta es que no hay uno. Ahora llegamos a la segunda razón de por qué no creo que las teorías genéticas puedan explicar en forma adecuada las causas de la criminalidad. El índice de criminalidad sube y baja en diferentes momentos. ¿Qué se puede concluir de esto? ¿Es posible que la estructura genética de la gente cambie una y otra vez con los años para producir tales fluctuaciones en la conducta criminal? La respuesta debe ser “No”, en especial porque esos períodos en que los cambios tienen lugar a menudo son menores al período de una sola generación. Por lo tanto, invocar a la genética como causa del crimen es ignorar este hecho de que los índices de criminalidad suben y caen en asociación con cambios en el entorno económico o político. Esto no significa por fuerza que tratamos con un caso de causa y efecto, pero es una correlación que vale la pena considerar y explorar más. LAS CAUSAS DEL CRIMEN. Entonces, ¿cuáles son las causas del crimen? La necesidad apremiante de una respuesta a esta pregunta de importancia vital está unida a la gran dificultad de encontrar ese tipo de respuesta. Se han examinado las posibles causas subyacentes, físicas, psicológicas, morales, sociales y económicas, y no han podido producir una explicación satisfactoria. Esto es desconcertante, ya que en teoría, la respuesta se debe encontrar en la forma en que uno o más de estos con juntos potenciales de causas afectan nuestro comportamiento. Sentimos que la respuesta debe estar al alcance, sin embargo, nos sigue esquivando. ¿Por qué? La razón que se da por lo general es que las causs del crimen son demasiado complejas y con muchas vertientes, así que no es posible presentar una respuesta fácil. Esto es cierto sin duda., pero no son solo las respuestas fáciles las que son esquivas; es igual de difícil encontrar respuestas complicadas. Creo que se debe en parte al hecho de que en ocasiones las personas o los grupos proponen respuestas o soluciones que comienzan en una base estrecha. Si un político propone una respuesta, es probable que lo afecte mucho su propia posición política o ideológica. Los académicos que estudian el problema por lo general estarán investigando un aspecto intelectual particular que les interese. Otros, como la gente de la iglesia, trabajadores sociales y policías, pueden estar demasiado cerca del problema para poder dar un paso atrás y echarle un vistazo objetivo, y es posible que lo vean desde su propio y limitado punto de vista. Por lo tanto las posiciones ideológicas, científicas y emocionales a menudo dictan respuestas específicas, que muchas veces están preconcebidas en forma inconsciente, con el resultado de que es muy difícil tener una imagen completa. Además, por la naturaleza política y emocional del tema, a menudo se presentan genuinos malentendidos y a veces también se emplean confusiones deliberadas. Un ejemplo del tipo de confusión que es una mezcla de malentendido genuino y manipulación de la verdad inducida por la política se puede ver en el debate estéril y a menudo amargo entre simpatizantes de la derecha y de la izquierda respecto al papel de la pobreza cm o causa de la elevación del crimen. Los de la izquierda insisten en que la pobreza es una causa principal del crimen y que se reduciría si se hiciera más por los pobres. Los de la derecha contestan diciendo que la mayoría de los pobres siguen obedeciendo la ley y que es un insulto para los pobres sugerir que obedecen la ley menos que otros ciudadanos. Cada cierto tiempo, aparece un artículo en los periódicos, diciendo que alguna personalidad u organización conocida a apoyado un lado o el otro y que a esto se le considera una victoria para el punto de vista de ese bando. Los dos partidos políticos opuestos han seguido el debate por muchos años, sin progreso alguno. Ya hemos considerado la cuestión de la estructura biológica como causa del crimen y llegamos a la conclusión de que existen graves peligros en las conclusiones que han propuesto algunos criminólogos. Esto no significa que el estado físico de una persona no pueda afectar su comportamiento en una forma que se pueda llamar criminal. Un hombre atormentado más allá de lo que puede resistir bien puede volverse violento, incluso si no se comporta de esa manera en cualquier otro momento. Se dice que todos somos capaces de asesinar, o al menos de matar, si se dan las circunstancias correctas, y no tengo duda de que esto sea totalmente cierto. Un hombre muy bueno que conocí una vez me dijo que con facilidad pudo haber atacado y matado a un hombre que había atropellado a su esposa en un accidente automovilístico. mi amigo al principio pensó que habían matado a su esposa, y fue sólo al darse cuenta de que todavía estaba viva lo que detuvo su mano. Cuando la gente está cansada, asustada o enojada bien puede hacer algo que no haría en otro momento. Por supuesto, esto se ha sabido por largo tiempo, no solo entre ls personas en general, sino también en contextos legales, en temas como crímenes pasionales (?) o matar en autodefensa. Las circunstancias y estados fisiológicos personales no representan la mayor parte de crímenes graves. Las condiciones psicológicas, la enfermedad mental, bien pueden afectar en forma adversa l conducta de la gente hacia la criminalidad, pero de nuevo estamos tratando con casos individuales. Estas causas potenciales, estados y enfermedades físicas y mentales no pueden explicar el problema general del crimen, ni pueden explicar por qué el crimen violento ha aumentado en forma tan notable en los últimos años. Parece claro que las causas de la mayoría de los crímenes son morales, sociales y económicas, más que físicas y psicológicas. Existe una fuerte correlación (¡una terrible palabra!) entre el reciente incremento en la taza de crímenes y los grandes cambios en la estructura social y estándares de moral que han tenido lugar al mismo tiempo. Por supuesto, una correlación no por fuerza implica causa y efecto, como hemos visto, pero con Guillermo Occam en mente, es un punto inicial útil. Julio A. Ceballos. San Luis Potosí., S.L.P. a 18 de julio de 2014. P.D. Guillermo de Occam, monje franciscano que vivió a finales del siglo XIII y principios del XIV. Guillermo de Ocamm enseñó que “las entidades no se deben multiplicar más allá de lo necesario”. Esta pomposa máxima filosófica se puede expresar en forma más útil, diciendo que siempre es mejor considerar primero la explicación más simple de cualquier problema. En otras palabras, no compliquemos la situación innecesariamente. Este útil principio ha llegado a conocerse como la “Navaja de Occam”, y sostiene que las “entidades” innecesarias se pueden rasurar.

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