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En al año de 1976, después de desertar de la carrera de Medicina que cursaba en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, me di de alta en la entonces Policía Judicial del Estado integrándome inmediatamente a la sección de Investigación de Homicidios.

En aquella época no se necesitaba acreditar ningún tipo de estudios para ingresar a algún cuerpo policíaco, es más tuve compañeros comandantes y jefes de grupo que sin menospreciar sus grandes capacidades para la investigación criminal, no sabían leer, (Tengo el gran honor de ser considerado el primer policía en la historia del Estado que contó con estudios Universitarios) Para 1978 percibí la necesidad de seguirme preparando para progresar en mi carrera policíaca, por lo que me inscribí en la Escuela de Psicología de la Universidad Autónoma Potosina, siendo ya en ese entonces Jefe del Grupo de Homicidios de la PJE. Mi interés por la Psicología era motivado porque creí que sus conocimientos me ayudarían a progresar en mi carrera de investigador forense. Por cuestiones laborales tuve que abandonar el Alma Mater, y terminar mi licenciatura en Psicología en la Escuela Libre de Psicología Galilea.

Después de tantos años me doy cuenta de que a la dogmática del Derecho Penal le es difícil comprender la importancia que tiene el estudio o la participación de la Psicología Criminal, misma que puede existir como una ciencia dentro del Derecho Penal como fuente que puede ser de gran ayuda para conocer las principales causas que dan origen a la conducta antisocial o delictiva.

Es fundamental el estudio de la conducta no solo del indiciado, sino también de la víctima o de los testigos que deponen en el proceso, conductas que pueden ser de interés para la psicología criminal, misma que nos auxiliará a comprender la complejidad del ser humano.
Después de consultar múltiples autores y libros relacionados con la Psicología Criminal, decidí tomar como base de esta colaboración la “Obra Psicología Criminal, análisis de las Psicopatologías del Delincuente para encontrar su perfil en el Derecho Penal”, Editorial Porrúa, de la autora Aleyda Ángeles Astudillo, cuyo objetivo principal de su obra es brindar una perspectiva más amplia a los encargados de ejercer el Derecho, para que al momento de juzgar a un individuo desadaptado se le brinde la ayuda necesaria para su readaptación.

Dejo a su consideración, estudio y análisis las conclusiones de su obra y sus propuestas…

La psicología como disciplina científica tiene su campo de estudio particularmente en el comportamiento humano y ante lo diverso se ubica en la psicopatología, encargada del estudio de los desajustes de las personas en sus diferentes grados y ambientes.

En la antigüedad los trastornos psicológicos eran tomados como incumplimientos a los mandamientos divinos debidos a factores como la herencia, el exceso de relaciones sexuales, la pereza o la suciedad.
Los sentimientos de inferioridad que el sujeto padece son conductas adquiridas a través de los adultos que padecen el mismo mal.

En el método de la psicología humanista encontramos que no existen delincuentes, toda vez que todos los seres humanos estamos conformados por una serie por una serie de conductas impuestas en nuestra tierna infancia por los adultos y por lo tanto actuamos, criterio de los psicólogos, regidos por conductas inconscientes.

Las conductas delictivas se explican a partir de sentimientos de culpabilidad anterior al delito mismo (delincuentes por sentimientos de culpabilidad).

En todos los individuos traen desde el nacimiento tendencias e impulsos criminales y antisociales que posteriormente, debido a la educación son reprimidos u orientados hacia otros fines para conseguir una adaptación social (sublimación). Sin embargo, los impulsos criminales tienden a manifestarse si hay un debilitamiento de las causas inhibitorias.

El acto criminal es la expresión de una tensión mental, y debe satisfacer necesidades psicológicas, pero también inconscientemente el delincuente comete errores porque quiere cometerlos, como un autotraición, ya que tiene dos tendencias opuestas: quiere ocultar su delito, pero también quiere mostrarlo. Todo hombre es innatamente un criminal. Hasta el período de lactancia logra reprimir las tendencias criminales dirigidas en un sentido social para adaptarse.

Para el diagnóstico de la criminalidad debe considerarse la participación del yo consciente y del yo inconsciente en el hecho delictivo. Desde la perspectiva, tendríamos dos tipos de acciones criminales: la criminalidad crónica, propia de los sujetos proclives a delinquir por la estructura de su aparato psíquico, y el criminal accidental: acciones realizadas por sujetos no criminales en situaciones extremas o especiales.

Sigmund Freud fue un investigador empírico de las anormalidades psicológicas, toda vez que no utilizó investigaciones científicas. Fue un gran memorista que revolucionó el mundo de la psicología con su método del psicoanálisis, a mi criterio uno de los más exactos aunque estuvo sujeto a muchas críticas.

Jung avanzó más que Freud y aunando su método conductista con el psicoanálisis, es un método ecléctico que nos proporciona mejores resultados. El psicoanálisis ofrece importantes aportes en un proceso de defensa. El juez de instrucción puede muy bien utilizar los aportes que les proporcionan las investigaciones del psicoanálisis para tratar de esclarecer los móviles oscuros de un crimen y el determinismo de ciertas respuestas o de ciertos actos de un acusado o de un testigo.

Los instintos thánatos y eros, están también en discusión, pero es innegable la aportación freudiana de la teoría de la destructividad innata del hombre. Actualmente se sabe que el ser humano tiene, al igual que los animales, una fuerza interior que lo lleva a atacar; es la agresividad, la fuerza psicológica al servicio del instinto de conservación. Esta fuerza puede superar a los inhibidores y convertirse en agresión misma que produce la conducta antisocial.

Hemos encontrado que ningún punto de vista por sí solo da cuenta de la miríada de tipos de conducta desadaptada que exhiben los seres humanos. Al tratar con tipos particulares de desorden o con casos específicos, podremos encontrar que este o aquel tipo de enfoque es más útil. En general, sin embargo, necesitamos evaluar la interacción de los valores biológicos, psicológicos y socioculturales en todo cuadro clínico.

La administración de justicia en materia penal, para cumplir con el fin que en su denominación ostenta, requiere de múltiples conocimientos, entre ellos, los que proporciona el análisis psicofisiológico del delincuente, para que, y en el mundo fenomenológico y dentro de un universo axiológico, pueda resolverse la gran problemática que plantea ese complejo fenómeno que atenta contra la dignidad del ser humano, como es el crimen.
La justicia o equidad, o como se prefiera llamarle, sólo llegará cuando conozcamos no únicamente la historia del caso, consciente sino también de algo que es aún más importante: la psique inconsciente del delincuente que lo libera del sentimiento de culpa que surgirá de un acto deliberado.

Si el criminal tiene el deseo inconsciente de ser castigado, es evidente que la pena, tal como es actualmente concebida, no puede servir como prevención para el criminal ya que lejos de evitarlo lo favorece. El problema consiste en encontrar penas que vayan dirigidas no solamente al consciente, sino que pudieran controlar, en alguna forma, al inconsciente.

En la actualidad ni agentes del Ministerio Público, ni defensores, ni jueces o magistrados cuentan con la preparación debida, en relación con los dispuestos en los artículos 51 y 52 del Código Penal para toda la República en materia federal. Esto es, en relación con la fijación de la pena y del tanto de la misma para efectos de la readaptación, rehabilitación, resocialización o repersonalización de quienes sufren una pena de prisión, y de lo que tanto se habla en el discurso oficial, pero nunca se lleva a la realidad.

Sin la medicina forense no será posible precisar ni la edad, ni las condiciones personales del indiciado, mucho menos comprender el resultado material y su atribuibilidad a la acción o la omisión.
Sólo la psiquiatría permite obtener elementos sobre la naturaleza de las causas de la omisión o de las causas de la acción. La extensión del peligro corrido, las condiciones especiales en que se encontraba el individuo en el momento de delinquir, las circunstancias de tiempo, de lugar, así como las de modo y ocasión que demuestren su mayor o menor culpabilidad.

Con el apoyo de la psicología, se podrán precisar las peculiaridades del delincuente, y hasta donde llegó el peligro que corrió al cometer el delito, los motivos que lo impulsaron o determinaron a delinquir, las condiciones especiales en que se encontraba en el momento de cometer el delito. Se podrían precisar las circunstancias de tiempo, de modo y de ocasión que demuestren mayor o menor culpabilidad a que se haya hecho referencia.
Con el apoyo de la Sociología se conocerá el medio en que actuó el indiciado, ya que es indispensable precisar, para la determinación de la pena, la extensión del peligro corrido.

Para conocer las condiciones personales del indiciado, procesado o sentenciado, son indispensables los conocimientos de la medicina forense y del trabajo social.

PROPUESTAS.
1.- Se propone que tanto los ministerios públicos, defensores, jueces y magistrados realicen estudios periciales psicológicos con el fin de tener un conocimiento amplio que servirá de soporte dentro del Derecho Penal. Esto es en relación con la fijación de la pena y del tanto de la misma para efectos de readaptación, rehabilitación, o repersonalización de quienes sufre una pena de prisión y de la que tanto se habla en el discurso oficial, pero que nunca se lleva a la realidad.

2.- Se propone que todos los expedientes en materia penal, tanto del fuero común como del fuero federal, se cumpla con el requisito que marca el artículo 146 en sus tres fracciones en el Código Federal de Procedimientos Penales, para que el juez de la causa se cerciore de que efectivamente el individuo sometido a proceso no padece alguna deficiencia en su estructura biofísico y psicológica, para que en el momento de dictar sentencia, lo haga de acuerdo con los principios de legalidad y equidad.

3.- Se propone que la psicología y la psiquiatría criminal sean consideradas como disciplinas auxiliares del Derecho Penal, en virtud de los conocimientos que aportan, mismos, que son de gran relevancia para entender la personalidad del delincuente, sus patologías y su estructura psicofisiológica, para conocer la génesis del individuo delincuente y su hecho ilícito.

4.- Se propone la realización de peritajes psicológicos realizados por grupos interdisciplinarios, conformados por profesionistas de diferentes disciplinas que dominan diversos conceptos, métodos, datos y términos, y que se organizan en un esfuerzo común, en donde exista la intercomunicación continua entre los participantes del grupo colegiado para emitir un dictamen final psicológico que ayude al órgano jurisdiccional encargado de la impartición de la justicia, a tener un panorama más amplio del individuo, en el momento de la aplicación de la individualización de la pena.

5.- Se propone que en los centros de readaptación social del Estado se apliquen los tratamientos idóneos para la readaptación de los sentenciados.

6.- Se propone que en la práctica de la Justicia Penal se considere la victimología como disciplina auxiliar del Derecho Penal, ya que nos proporciona estudios de la personalidad y atención especial de los factores pertinentes al desarrollo emocional y social de la persona o grupo que resulta víctima de un crimen. En este planteamiento de la conducta criminal, que consistirá en explicar la forma en que la víctima misma contribuye a su propia agresión, y que tal conocimiento nos servirá como estructura de prevención de los delitos.

7.- Se propone que los integrantes del Poder Judicial sean elegidos por examen de oposición o por elección popular. En un país democrático como el nuestro se requiere de un Poder Judicial a la par que independiente, digno y con medios y servicios adecuados. Con jueces y fiscales que sean ineludibles de ese poder, idóneos, versados y con formación criminológica. No debe perderse de vista este fundamental aspecto no hacerlo complejo, como ocurre en la actualidad, con la designación de amigos en cargos que deberían ocupar los que tienen vasto conocimiento en la materia. Es precisa una reestructuración que permita que los jueces sean designados por méritos reconocidos por las corporaciones, y no por designaciones amistosas o por componendas políticas.

8.- Se propone la creación e instrumentos de juzgados de acuerdo con las causas que se desahogan, ya que los juzgados que existen en la actualidad se ven desbordados por el creciente cúmulo de causas y resultan escasos para el crecimiento proporcional de éstas, al aumentar los índices demográficos, ya que existe una permanente delegación de funciones, lo que se traduce en un visible transgresión a las leyes procesales. Los jueces se ven obligados a delinquir diariamente. Si bien el encabezamiento y el pie de páginas de la mayoría de los actos procesales, registran la presencia del juez, resulta imposible o impensable (salvo recurrir a la cimentación según se vea) que estuviera en todos ellos al mismo tiempo con un don de omnipresencia que no es, precisamente, don de los humanos.

9.- Se propone la humanización en el sistema carcelario pues tal parece que se confunde sus funciones en términos de disciplinar por domesticar mediante un sistema coercitivo. Separar y aislar al individuo en el sentido de no permitir conductas que le proporcionen cierta libertad cognoscitiva y disposición de su tiempo.

10.- Se propone que a los delincuentes sentenciados por enfermedades psicopatológicas, cuenten con una atención psicológica o con un tratamiento psicoterapéutico que les permita observar otra modalidad para que tanto los psicólogos y psiquiatras sean apreciados por los reclusos, y no solo sean vistos como elementos del personal penitenciario, puesto que para ellos son sólo guardianes, miembros del sistema que los castiga y los reprime.

11.- Se propone que el Congreso de la Unión faculte a la Comisión Nacional de Derechos Humanos para que sus recomendaciones adquieran relevancia y carácter coercitivo y puedan sancionar a los órganos jurisdiccionales que no acaten sus resoluciones en beneficio de los indiciados, procesados o sentenciados, cuando se vulneren sus derechos consagrados en nuestra Constitución.

Julio A. Ceballos Alonso
Psicólogo-Policiologo
San Luis Potosí, México
A 14 de Julio, 2014

Aportación de Julio Alfredo Ceballos Alonso al foro Internacional de Criminalística, Criminología y Ciencias Forenses celebrado en Liberia, Costa Rica

 14 DE JULIO DE 2014

 

 

 

 

 

 

 

LA MENTE CRIMINAL.

 

 Desde sus inicios en el siglo XIX, la explicación científica de la criminalidad ha elaborado sus planteamientos a partir del presupuesto básico del carácter singular y distinto del comportamiento delincuente con relación al comportamiento adaptado a las normas sociales y jurídicas. Y lo que es más, en este origen singular del comportamiento delincuente está implicita una base patológica del individuo que lo lleva a cabo. Y a partir del momento en que se convalida científicamente esta afirmación, el científico se permite encauzar el estudio de la delincuencia a través de formulaciones que evidencien el “por qué” y las causas de tal singularidad. Inmediatamente se opera una separación tajante entre el individuo adaptado y el delincuente, de modo que aquél que juzga este como ente distinto, y desde el momento en que se coloca como normal y poseedor de la verdad sobre lo que es bueno y malo, sobre lo que es justo e injusto, el hombre adaptado ocupa el lugar ventajoso dentro de esta relación de distanciamiento. No es sólo un distanciamiento social y psicológico sino que fundamentalmente es un distanciamiento ideológico. No hay por tanto posibilidad de integrar las acciones delictivas dentro de los atributos de la conducta adaptada. Se le podrá decir al delincuente lo que él tiene de cierto y errado, porque hizo lo que hizo e incluso se le podrá predecir su conducta futura, así como los sentimientos que le animarán para, en el último término imponerle un cambio en su manera de ser y de pesar. Por lo tanto la primera condición de que la relación de distanciamiento otorga al individuo adaptado es el apoderarse de la posición de autoridad sobre el destino del sujeto delincuente. Además dentro de otro orden de cosas, el sujeto adaptado, al considerar al delincuente como un ente distinto, provoca en sí mismo una reacción, experimenta un sentimiento de desinterés absoluto para comprender una conducta tan distinta –que se desarrolla en otra esfera de la realidad humana- y para acerarse al hombre que la realiza, y ello porque hay un impulso de rechazo, de presión hacia lo desconocido y lo diferente. Sería pues, interesante encontrar el origen de la noción de “distinto” y de “anormal” que se ha otorgado al sujeto delincuente. Si Lanzamos a una mirada hacia atrás en el tiempo, con anterioridad a las teorías biológicas de la criminalidad del siglo XIX, veremos que en un principio, antes del siglo XVII, no hay una separación entre el no delincuente y el delincuente. Es sólo a partir del siglo XVIII, cuando por la ineficacia del modo de producción feudal y la comercialización del campo (Ignatieff, 1978), se expulsa a los campesinos y trabajadores, lo que fuerza su llegada a la ciudad en la época de la incipiente mercantilización (Dobb, 1971). En Inglaterra las Leyes de Encierro de 1640 protegen la separación de elementos comunales distinguiendo entre los campesinos de iure (o residentes legales) y los campesinos de facto, que son expulsados de las tierras. Es en este momento cuando el campo deja de incorporar a sus elementos pobres tal como lo había estado haciendo, aceptando como costumbre el derecho a utilizar la madera, las albercas, la leña, la paja, las hierbas, etc., y utilizando a los labriegos para trabajos menores en las recolecciones y otros menesteres estacionales. De modo que la satisfacción de las necesidades de los pobres se inscribe dentro del marco económico de autosubsistencia de la comunidad o de la comarca. Hay, pues un cambio sustancial que se formaliza en la promulgación de las primeras leyes represivas que castigan justamente aquellos actos que implicaban el ejercicio de los derechos consuetudinarios. Este cambio produce una transformación profunda en la actitud social hacia el no integrado, cuyas repercusiones podríamos representar como la expansión de las ondas causadas por una piedra lanzada en un estanque; el fenómeno se va multiplicando, tornándose más complejo para convertirse en el mayor y más grave problema a medida que las incipientes ciudades primero, y más tarde los centros comerciales y manufactureros, se ven abarrotados de individuos incapaces de ser asimilados por la nueva ley de mercado. A partir de aquí se forma y fundamenta la noción valorativa negativa de un comportamiento “distinto” propio de la categoría de individuos no integrados, que se legitima justamente a través de la promulgación de leyes represivas. El delincuente pasa a ser asimilado a distintos tipos, como el de vagabundo, el ocioso, el pobre, el loco, la prostituta, como categoría social más o menos singular en razón del rechazo social de que son objeto. LA MENTE CRIMINAL. El perfil de una persona que comete un delito no es único. El delincuente puede ser desde un menor de edad hasta un adulto mayor. Puede ser hombre, mujer, blanco, negro, oriental, mestizo y de cualquier nivel socioeconómico. Es decir cualquier miembro de la sociedad puede eventualmente infringir la ley y cometer un delito. En la mayoría de los casos es posible evidenciar una pérdida del control de las funciones mentales, bien sea en forma temporal o permanente. En el primer caso, los delitos asociados a una pérdida del control temporal de las funciones mentales, las causas son variadas e incluyen situaciones de estrés, miedo, celos, abuso de alcohol, uso de substancias alucinógenas. En el segundo caso, la pérdida permanente en el control de las funciones mentales, las causas incluyen patologías que alteran la estructura y función cerebral. Aquí se incluyen enfermedades como las esquizofrenias, estados maniaco-depresivos, secuelas de traumas cerebrales, presencia de tumores y alteraciones en el desarrollo neurológico. Este panorama complejo implica que los procesos judiciales y sus sentencias deben ajustarse de tal manera que contemplen no solo el castigo o penalización, sino que además contemple los procesos de resocialización y estrategias para impedir la posibilidad de reincidencias. Los crímenes cometidos por un individuo con capacidades mentales dentro de lo normal pero bajo estrés, los cometidos por un adicto y los cometidos por un enfermo mental deben considerar diferentes variables: tipo de delito, potencialidad para rehabilitación y posibilidad de recidiva. El doctor Zakaria Erzinclioglu autor del libro Forenses (Grupo Editorial Tomo de C.V.) se pregunta: ¿Por qué algunas personas cometen crímenes? ¿Por qué hacen eso, mientras que la mayoría de nosotros paremos no tener dificultades en tener vidas que cumplen con las leyes? ¿Qué convierte al ser humano en un monstruo? Las anteriores son preguntas que tienen que ver con la mente humana, un tema lleno de dificultades. El autor del libro nos hace una advertencia: “Si algunos de mis comentarios parecen estridentes, solicito su indulgencia, ya que son asuntos de suprema importancia y no se pueden tratar con superficialidad.” Es necesario sujetar las ortigas con firmeza, tomar al toro por los cuernos y ver los problemas directo a los ojos. Muchas personas tienen una creencia casi ciega en la ciencia y a menudo se encuentran poco dispuestas a contradecir sus hallazgos; pero la ciencia no es omnipotente y a menudo falla en serio, en especial en la sensible área de la conducta humana, No toda la ciencia es científica, como veremos. Nos advierte el Dr. Zakaria: “Sin embargo antes de que continuemos, me gustaría dejar otro punto claro por completo. Algunos académicos son famosos por sus tendencias las disputas amargas, ocultando su antipatía personal con una simulación de debate científico. Le aseguro al lector que las críticas que hago a continuación no surgen de un motivo tan vil, y por esta razón, no nombraré cualquier individuo con el que no esté de acuerdo. No trato de ser ingenioso o gracioso cuando digo que algunas de las personas con las que más estoy en desacuerdo sobre estos asuntos están entre mis mejores amigos. RAZONAMIENTO FALSO E ILÓGICO. Existe una historia, que con sinceridad espero que sea apócrifa, sobre un científico que estudiaba ranas. Colocaba una rana en la mesa del laboratorio, luego acercándose al animal, le gritaba con fuerza. En forma invariablemente, la rana saltaba en la mesa. Entonces el científico decidió llevar más allá su investigación. Tomó una rana y le cortó las patas, luego la puso en la mesa como antes, acercándose y gritó con fuerza, pero la rana no se movió. ¿Por qué? Era claro que la rana no saltó porque ya no podía escuchar, y ya no podía escuchar porque se le habían quitado las patas. Conclusión: ls ranas escuchan con las patas. Es la imagen del idiota sabio; el hombre erudito que, con toda su erudición, es un tonto. Aunque nunca he encontrado un ejemplo tan vergonzoso de razonamiento falso en un científico, es sin embargo cierto que algunas áreas de la ciencia abundan con ejemplos de razonamiento ilógico por completo, que no están tan lejos de nuestra divertida historia de la desafortunada rana. La psicología, por su propia naturaleza, es un tema que debe atraer a cualquiera interesado en la gente y la sociedad en general. Sin embargo, como un campo de investigación humana descriptiva más que explicativa o predictiva. Por lo tanto, antes de examinar las formas en que psicólogos y otros han tratado de explicar o predecir la conducta humana, criminal o no, primero consideremos su contribución a la descripción de la conducta criminal. Hacer perfiles psicológicos o de “delincuentes” es el campo de la investigación que trata de describir la actitud mental y los antecedentes generales de una persona que ha cometido un crimen, con la meta de ayudar a la policía para encontrarla. Las pistas que deja atrás el criminal se pueden emplear para construir una imagen de su mente. Por ejemplo, se dice que casi todos los asesinos seriales son blancos, no negros, comentario que se podría considerar racista si hubiera sido al revés. Si un crimen toma algún tiempo para ejecutarse, como el asesinato, la violación y la mutilación posterior de la víctima, se interpreta como que el criminal debe haber estado familiarizado con el área, ya que no hubiera pasado tanto tiempo en un lugar desconocido para él. También se considerará probable que un asesino serial, en especial cuyos crímenes son horribles en particular, debió tener una infancia infeliz, que procede de un hogar roto o que se abusó físicamente de él cuando era niño. Hasta el momento, todo bien; todo tiene sentido. Lo que es más, estos perfiles casi siempre muestran ser ciertos cuando se atrapa al delincuente. Por lo tanto ¿Cómo terminará el asunto? Bueno, no, ya que es mucho lo que preocupa respecto a cómo se usa e interpreta una información así. Consideremos primero esta pregunta: “¿No es probable en forma intuitiva que un crimen violento resulte ser infeliz?: la respuesta con seguridad será: “Si”, y nos sentimos tentados a decir que no necesitamos un psicólogo para decirnos esto. Es peor el problema que se produce al hacer la siguiente pregunta: “Si un criminal tiene características X. ¿esto significa que las personas con características X son criminales?”, Me doy cuento que no es esto lo que los especialistas en hacer perfiles de delincuentes dicen, pero es lo que parece que dicen otros psicólogos, ya que, como grupo, los psicólogos tratan de explicar el comportamiento humano, en otras palabras, hacen la pregunta en la forma contraria…la segunda mital de la pregunta en la última oración. SOCIOBIOLOGÍA. La Sociobiología se ocupa de investigar las bases biológicas de la conducta social, desde una perspectiva teórica fundamentada en la premisa de que ciertos comportamientos sociales tienen una base genética y que los procesos evolutivos favorecen aquellas conductas que mejoran el éxito reproductivo y la supervivencia. Se trata de una traslación de los principios evolucionistas, que regulan el desarrollo de las características físicas compartidas por los miembros de una especie, a las características de comportamiento de las distintas especies animales, incluido el ser humano. El fundador de esta teoría fue el biólogo americano Edward Osborne Wilson quien, tras sus trabajos sobre los efectos de la selección natural en ciertas sociedades biológicas, como los hormigueros, extendió sus conclusiones a otras comunidades animales. Los resultados de estas primeras investigaciones, que sentaron las bases de la sociobiología, fueron publicados por este autor en un libro, publicado en 1975, que llevaba por título: Sociobiology: The New Synthesis (Sociobiología: la Nueva Síntesis). La sociobiología estudia las bases biológicas del comportamiento social de animales gregarios; algunos asuntos, como la agresión, la territorialidad, el sistema social, el altruismo o la selección de pareja, son especialmente contemplados en los desarrollos teóricos sociobiológicos. Por su aproximación interdisciplinar, la sociobiología es una síntesis de los conocimientos derivados de la neurobiología, la etología (el estudio de los patrones de comportamiento de los organismos en la naturaleza), la ecología (el estudio de las relaciones que se dan entre los organismos y su entorno) y la genética. Basándose en ellos, esta disciplina pretende extraer principios generales aplicables al estudio de las sociedades animales. Su carácter innovador reside, precisamente, en la combinación de la tradición etológica y psicológica con los fundamentos ecológicos y la genética de poblaciones (muestra cómo los grupos sociales se adaptan a su entorno por evolución). De esta manera, los sociobiólogos afirman que los patrones de comportamiento surgen, se ven modificados y llegan a desaparecer, a través de la selección natural. El aparato experimental de la sociobiológica se fundamenta en la comparación de modelos sociales de especies gregarias. Así, cada forma de vida puede ser considerada como un experimento evolutivo, el producto de millones de años de interacción entre los genes y el ambiente. En cierto modo, la sociobiología puede relacionarse con la Memética, la teoría del "gen egoísta" de Dawkins Después de dar la definición de la Sociobiología, es importante considerar sus principales contribuciones a la ciencia. Esta área de la biología trata de explicar la conducta social humana en términos de conducta y biología animal, su principio básico es que toda la conducta social, está determinada genéticamente. En lo que se refiere a la sociedad humana, lo que los sociobiólogos están diciendo es esto: los seres humanos exhiben ciertos rasgos de personalidad, se organizan en grupos (familias, tribus, naciones, etc…), van a la guerra, cooperan, cuidan de sus crías, etc. Dicen que estos rasgos son controlados por genes y por lo tanto, l naturaleza humana evolucionó por medio de la selección natural, en forma muy parecida al cuello de la jirafa o a la trompa del elefante. En pocas palabras, afirman que la naturaleza humana está predeterminada genéticamente, en el sentido de que los genes humanos no sólo dejan a las personas hacer ciertas cosas, sino que los obligan a hacerlas. Uno de los argumentos empleados para justificar esta creencia es el hecho de que ciertos hábitos de conducta parecen estar muy extendidos en la gente de todo el mundo. Por ejemplo, dicen que como la guerra ha sido una actividad humana tan común a todos los pueblos durante la historia, debe ser una característica genética. El autor de un libro reciente justificó este tipo de creencias diciendo que como la moralidad es más antigua que la iglesia, la cultura más antigua que Babilonia, la sociedad más antigua que Grecia, el comercio más antiguo que el estado, estas características deben de ser genéticas y que sus raíces están en los “eslabones perdidos” con otros primates. El Dr. Zacaria Erzineclioglu considera que la primera falla de este argumento es que sólo porque un característica esté extendida, no significa que por necesidad que sea genética. En efecto, todos los habitantes de Francia hablan francés, pero esto no quiere decir que exista un gen de este lenguaje. Aunque la constitución genética del pueblo francés, permita que hablen ese idioma, no o causa, ya que un que se cría en Inglaterra hablará inglés, no francés, y un niño inglés que se críe en Francia hablará francés, no inglés. De cualquier manera cualquiera puede usar una computadora si se le enseña cómo usarla, sin embargo debe estar claro que no ha evolucionada jamás un gen para el uso de las computadoras. LAS SUPUESTAS RAÍCES DE LA CRIMINALIDAD. Entonces ¿dónde está la respuesta? Muchas personas creen que está, de hecho, en la genética, o al menos en la biología. Es una opinión general, que mantienen muchos científicos capaces, además de otros hombres y mujeres inteligentes. Es justo que mencione este hecho, ya que estoy en desacuerdo con ellos.. Por lo tanto debe de comprender el lector que los puntos de vista que voy a exponer no son por fuerza los puntos de vista ortodoxos de la ciencia como un todo. Existen dos razones fundamentales de que yo discrepe. La primera razón es que no hay evidencia de que l criminalidad se herede en los genes, ni se podrá encontrar esa evidencia. Si parece un punto de vista sorprendentemente extremo, consideremos lo que queremos decir cuando usamos la palabra “criminalidad”. Creo que todos estarían de acuerdo en que la criminalidad es un tipo de conducta que ofende nuestras creencias morales, o conducta que n o está permitida por la ley. Por lo tanto, es un concepto moral, o uno legal, pero no es uno científico. Ninguna cantidad de estudios genéticos nos dirá si cierto tipo de comportamiento es “correcto2 o “equivocado”, hablando desde el punto de vista moral, o legal. Los estudiantes que se opusieron a los tanques en la plaza de Tiananmen eran criminales en China, pero héroes en el resto del mundo. Entonces estoy sugiriendo que se debe de abandonar toda investigación científica de las causas de la criminalidad? No del todo, pero debemos tener en claro por completo cuales son las características que estamos investigando. La agresión se puede equiparar con la criminalidad, pero una persona agresiva no es por fuerza un criminal y, de hecho puede ser un miembro digno de la comunidad. Todo depende de “canalizar” esos instintos agresivos heredados o no. Es necesario plantear otro punto, un poco más perturbador. Los genetistas que afirman estar estudiando la criminalidad casi siempre se ocupan del crimen violento, casi nunca de los que podríamos llamar crimen de “Cuello Blanco”. Eso podría ser porque aunque es fácil (aunque erróneo) igualar la agresión con la criminalidad, no existe un tipo patente de conducta que se asocie con defraudar a nuestro empleador, traicionar a nuestro país, o incluso deslizar algo de cianuro a la bebida de alguien. Si la “criminalidad” es heredable. ¿qué palanca conveniente podemos usar para afirmar que existe un gen para eso? Por supuesto la respuesta es que no hay uno. Ahora llegamos a la segunda razón de por qué no creo que las teorías genéticas puedan explicar en forma adecuada las causas de la criminalidad. El índice de criminalidad sube y baja en diferentes momentos. ¿Qué se puede concluir de esto? ¿Es posible que la estructura genética de la gente cambie una y otra vez con los años para producir tales fluctuaciones en la conducta criminal? La respuesta debe ser “No”, en especial porque esos períodos en que los cambios tienen lugar a menudo son menores al período de una sola generación. Por lo tanto, invocar a la genética como causa del crimen es ignorar este hecho de que los índices de criminalidad suben y caen en asociación con cambios en el entorno económico o político. Esto no significa por fuerza que tratamos con un caso de causa y efecto, pero es una correlación que vale la pena considerar y explorar más. LAS CAUSAS DEL CRIMEN. Entonces, ¿cuáles son las causas del crimen? La necesidad apremiante de una respuesta a esta pregunta de importancia vital está unida a la gran dificultad de encontrar ese tipo de respuesta. Se han examinado las posibles causas subyacentes, físicas, psicológicas, morales, sociales y económicas, y no han podido producir una explicación satisfactoria. Esto es desconcertante, ya que en teoría, la respuesta se debe encontrar en la forma en que uno o más de estos con juntos potenciales de causas afectan nuestro comportamiento. Sentimos que la respuesta debe estar al alcance, sin embargo, nos sigue esquivando. ¿Por qué? La razón que se da por lo general es que las causs del crimen son demasiado complejas y con muchas vertientes, así que no es posible presentar una respuesta fácil. Esto es cierto sin duda., pero no son solo las respuestas fáciles las que son esquivas; es igual de difícil encontrar respuestas complicadas. Creo que se debe en parte al hecho de que en ocasiones las personas o los grupos proponen respuestas o soluciones que comienzan en una base estrecha. Si un político propone una respuesta, es probable que lo afecte mucho su propia posición política o ideológica. Los académicos que estudian el problema por lo general estarán investigando un aspecto intelectual particular que les interese. Otros, como la gente de la iglesia, trabajadores sociales y policías, pueden estar demasiado cerca del problema para poder dar un paso atrás y echarle un vistazo objetivo, y es posible que lo vean desde su propio y limitado punto de vista. Por lo tanto las posiciones ideológicas, científicas y emocionales a menudo dictan respuestas específicas, que muchas veces están preconcebidas en forma inconsciente, con el resultado de que es muy difícil tener una imagen completa. Además, por la naturaleza política y emocional del tema, a menudo se presentan genuinos malentendidos y a veces también se emplean confusiones deliberadas. Un ejemplo del tipo de confusión que es una mezcla de malentendido genuino y manipulación de la verdad inducida por la política se puede ver en el debate estéril y a menudo amargo entre simpatizantes de la derecha y de la izquierda respecto al papel de la pobreza cm o causa de la elevación del crimen. Los de la izquierda insisten en que la pobreza es una causa principal del crimen y que se reduciría si se hiciera más por los pobres. Los de la derecha contestan diciendo que la mayoría de los pobres siguen obedeciendo la ley y que es un insulto para los pobres sugerir que obedecen la ley menos que otros ciudadanos. Cada cierto tiempo, aparece un artículo en los periódicos, diciendo que alguna personalidad u organización conocida a apoyado un lado o el otro y que a esto se le considera una victoria para el punto de vista de ese bando. Los dos partidos políticos opuestos han seguido el debate por muchos años, sin progreso alguno. Ya hemos considerado la cuestión de la estructura biológica como causa del crimen y llegamos a la conclusión de que existen graves peligros en las conclusiones que han propuesto algunos criminólogos. Esto no significa que el estado físico de una persona no pueda afectar su comportamiento en una forma que se pueda llamar criminal. Un hombre atormentado más allá de lo que puede resistir bien puede volverse violento, incluso si no se comporta de esa manera en cualquier otro momento. Se dice que todos somos capaces de asesinar, o al menos de matar, si se dan las circunstancias correctas, y no tengo duda de que esto sea totalmente cierto. Un hombre muy bueno que conocí una vez me dijo que con facilidad pudo haber atacado y matado a un hombre que había atropellado a su esposa en un accidente automovilístico. mi amigo al principio pensó que habían matado a su esposa, y fue sólo al darse cuenta de que todavía estaba viva lo que detuvo su mano. Cuando la gente está cansada, asustada o enojada bien puede hacer algo que no haría en otro momento. Por supuesto, esto se ha sabido por largo tiempo, no solo entre ls personas en general, sino también en contextos legales, en temas como crímenes pasionales (?) o matar en autodefensa. Las circunstancias y estados fisiológicos personales no representan la mayor parte de crímenes graves. Las condiciones psicológicas, la enfermedad mental, bien pueden afectar en forma adversa l conducta de la gente hacia la criminalidad, pero de nuevo estamos tratando con casos individuales. Estas causas potenciales, estados y enfermedades físicas y mentales no pueden explicar el problema general del crimen, ni pueden explicar por qué el crimen violento ha aumentado en forma tan notable en los últimos años. Parece claro que las causas de la mayoría de los crímenes son morales, sociales y económicas, más que físicas y psicológicas. Existe una fuerte correlación (¡una terrible palabra!) entre el reciente incremento en la taza de crímenes y los grandes cambios en la estructura social y estándares de moral que han tenido lugar al mismo tiempo. Por supuesto, una correlación no por fuerza implica causa y efecto, como hemos visto, pero con Guillermo Occam en mente, es un punto inicial útil. Julio A. Ceballos. San Luis Potosí., S.L.P. a 18 de julio de 2014. P.D. Guillermo de Occam, monje franciscano que vivió a finales del siglo XIII y principios del XIV. Guillermo de Ocamm enseñó que “las entidades no se deben multiplicar más allá de lo necesario”. Esta pomposa máxima filosófica se puede expresar en forma más útil, diciendo que siempre es mejor considerar primero la explicación más simple de cualquier problema. En otras palabras, no compliquemos la situación innecesariamente. Este útil principio ha llegado a conocerse como la “Navaja de Occam”, y sostiene que las “entidades” innecesarias se pueden rasurar.

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