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EL TIEMPO DIRA. CASO ZORBA II

22 DE SEPTIEMBRE DE 2014

EL TIEMPO DIRA. CASO ZORBA II.

 

  En el año de 1982, me desempeñaba como comandante de la sección de homicidios de la Policía Judicial del Estado de San Luis Potosí, México. Un caluroso día del mes de agosto me pasaron una llamada a la extensión telefónica de mi oficina, -¡Cuidado es de la Dirección Federal de Seguridad! Me alertó el oficial de guardia. Tomé la llamada y me saludó con aprensión un comandante de Apellido Estrella, quien a “boca de jarro” me preguntó: -Comandante Ceballos, tenemos conocimiento de que en su estado han asesinado a uno de nuestros más importantes Comandantes, su clave es Zorba II, me puede informar al respecto? Me preguntó con autoridad y energía el Federal…. Le contesté que no teníamos referencia alguna de tal asesinato, pero que a la brevedad me abocaría a la investigación respectiva. Las llamadas de la Dirección Federal de Seguridad me abrumaron en los días siguientes…y me exigían con dureza y energía información y resultados en mi investigación respecto al supuesto asesinato del Comandante Zorba II… Cuatro días después a las 02:30 horas recibí una llamada telefónica anónima, en la cual lacónicamente se me informaba que en el interior de la casa marcada con el número 77, de la calle D, del Fraccionamiento Campestre Real del Potosí se encontraba el cuerpo de una persona asesinada. De inmediato reuní a cuatro de mis agentes y comuniqué al Agente del Ministerio Público y de inmediato nos dirigimos al domicilio señalado. El domicilio de la calle D era una elegante casa campestre de tipo residencial, eran las 03:30 horas, las luces exteriores de la casa se encontraban encendidas y pude constatar que en el interior de la casa también lo estaban. Llamamos insistentemente a la puerta pero nadie acudió a abrirnos, no se observaba ningún vehículo ni en la acera ni en el interior de la cochera de la residencia. Pasado algunos minutos pedí autorización al Agente del Ministerio Público para que me permitiera ingresar al domicilio argumentando que se trataba un caso de extrema urgencia ya que intuía que el cadáver que supuestamente se encontraba en el interior del domicilio era el del comandante Zorba II. Cuando el fiscal autorizó mi ingresó al domicilio ordené a mis agentes 1 y 2 cubrieran la entrada principal del domicilio, mientras que los agentes 3 y 4 me acompañaron a la parte trasera del inmueble en donde me auxiliaron para saltar una barda de aproximadamente tres metros de altura, ya arriba de la barda les comuniqué que ingresaría al domicilio mientras que ellos me cuidaran las espaldas desde la altura de la misma. Salté al interior de la casa y mi caída fue amortiguada por el húmedo y bien cuidado pasto del jardín, sentí correr instantáneamente grandes dosis de adrenalina en mi torrente sanguíneo: taquicardia, sudoración general, se intensificó mi ritmo respiratorio, sentía erizados los pelos de mis brazos…Observé que frente a mí, a escasos 7 metros de distancia se encontraba una puerta de cristal entreabierta que daba acceso al comedor de la casa, desenfundé mi pistola Colt. Cal. 45 y corté cartucho, con mi mano izquierda saqué de mi espalda mi segunda pistola, una Ruger calibre 22, y me la fajé en la parte anterior de mi cintura, “uno nunca sabe” pensé. Traspuse el umbral de la puerta de cristal y al ingresar a la vivienda mi olfato fue lastimado por un fuerte olor a putrefacción, di una mirada rápida al comedor, la mesa era grande, para ocho comensales, sobre ella se encontraban 6 platos servidos frente a sus respectivas sillas, el olor provenía del estado de descomposición de los alimentos, principalmente de la carne, escuchaba el zumbido de muchas moscas, eché un “vistazo” y decidí una ruta crítica para seguir avanzando, observé el espacio destinado para sala, todo en orden, pero al voltear sobre la pared poniente de la sala pudo observar en una línea ondulante, a aproximadamente 1.60 metros sobre la superficie del piso, doce impactos de bala de alto poder, barrí con mi vista el piso y pude detectar múltiples cascajos de bala calibres .223 y 7.62 mm, habían actuado seguramente fusiles de asalto AR-15 y AK-47…Mi tensión iba en aumento conforme caminé en la dirección en que supuse evolucionaron los disparos, seguí la huella de las balas impresas en la pared, y me condujeron en dirección a la recamara principal de la residencia, pude observar otros ochos impactos de bala en la pared de la recamara, y otros cinco en la puerta misma, a simple vista pude detectar que en la puerta estaban marcadas las huellas de algún tipo de calzado que había pateado la puerta con la intención de forzarla, en mi mente automáticamente comencé a recrear lo que pudo haber pasado: seguramente seis comensales varones, uno el dueño de la casa, del que ya había visto una fotografía, en la misma pude apreciar la mirada de un hombre duro, enérgico…definitivamente peligroso. Deduje también que se encontraban en estado de ebriedad, sobre la mesa pude observar tres botellas de Buchanan’s, dos de ellas vacías y otra a la mitad, seguramente hombres de armas todos ellos, una discusión al calor de las copas y un desenlace fatal…seguí avanzando y entre en la recamara…Al traspasar el umbral de la puerta un nauseabundo olor a putrefacción hirió mi olfato, el zumbido de las moscas me parecía ensordecedor. Tomé mis medidas de seguridad, hice una rápida inspección de la recamara, la puerta del baño se encontraba destrozada por numerosos impactos de bala, seguramente el cadáver se hallaba en el interior, empujé la puerta y sólo se entreabrió, el olor a putrefacción se hizo más intenso, insoportable, docenas de moscas salieron del baño, me di cuenta que el cadáver obstruía la puerta e impedía abrirla. No insistí en mi intento, debía ante todo preservar, evitar contaminar y modificar la escena del crimen. Salí de la habitación, e hice un cuidadoso recorrido por el resto de la casa, corroborando que se encontrara sola y no había ningún peligro. Después delineando una ruta crítica de salida me encaminé hasta la puerta principal de la casa, en voz alta comuniqué a mis agentes que el área estaba despejada, y que procedería a salir por la puerta principal, salí y di órdenes precisas: ¡Nadie entra! Me dirigí al Agente del Ministerio Público y lo puse al tanto de los resultados de mi inspección de la casa, luego desandando mis pasos, ingresé nuevamente a la residencia, en esta ocasión en compañía del fiscal, nos dirigimos a la recamara principal en cuyo baño se encontraba el cadáver, y en el umbral de la puerta el, entornó los ojos, luego dirigió su mirada hacia a mí y me hizo hiso una pregunta neurálgica para el esclarecimiento del caso… ¿Cuándo? ¿Cuándo se cometió el crimen? Esta pregunta es una de las que se hacen con más frecuencia durante una investigación de asesinato. Las novelas policíacas y de misterio casi siempre tienen una respuesta, que por lo general da el médico en la escena: “02:45 a.m. del pasado martes” podría decir. Esta tan extendida la percepción de que calcular el tiempo de la muerte es un asunto simple y de rutina, que puede resultar una sorpresa enterarse de que todas las preguntas de la ciencia forense, ésa es tal vez la más difícil de contestar. De hecho existe un arsenal completo de técnicas, pero ninguna de ellas se puede aplicar en forma rutinaria a todas y cada uno de los casos, excepto tal vez, para algunos de los métodos convencionales de patología. Debemos de considerar que en principio, todo lo que cambia con el tiempo se puede emplear como reloj, siempre y cuando comprendamos como funciona ese reloj. Por lo general, el cuerpo humano pierde calor por radiación, convección y evaporación, pero al mismo tiempo produce calor como subproducto de la actividad de los músculos, la descomposición química de los alimento ingeridos y demás, con el resultado de que una persona sana mantiene una temperatura corporal central promedio de alrededor de 37.5 grados Celsius. Casi en cuanto muere una persona, cesa su habilidad para regular la temperatura central. En climas fríos y templados hay un período inicial, la meseta de temperatura, en el que se mantiene la temperatura del cuerpo, pero después de esto el cuerpo se empieza a enfriar proceso conocido como “algor mortis”. La relación entre la velocidad de este enfriamiento y el paso del tiempo se comprende razonablemente bien, aunque surgen problemas prácticos y existen algunas salvedades. Bajo lo que se podría llamar “Temperatura de Habitación”, después de la meseta inicial, que por lo general se piensa que dura de entre media hora y hasta tres horas, un cadáver perderá calor a una velocidad lineal hasta que alcanza la temperatura de su medio ambiente.

 

Para el momento en que han pasado veinticuatro horas la temperatura del cuerpo será la misma que la del aire al su alrededor. El cuerpo generalmente se siente frío al tacto más o menos a las doce horas después de la muerte. Lo anterior describe una situación bastante “típica”, pero las condiciones no siempre son típicas. Si la persona murió de asfixia o hemorragia cerebral, la temperatura inicial puede en realidad elevarse. El finado doctor Keith Simpson una vez midió una temperatura de 43 grados centígrados, varios grados más arriba de la temperatura normal del cuerpo vivo de 37 grados centígrados. Un cuerpo desnudo perderá calor con más rapidez que un cuerpo vestido, y uno sumergido en el agua se enfriara con mayor rapidez que uno que esta tirado en la tierra. En general, las personas más grandes pierden calor con más lentitud que las de complexión más ligera, aunque no siempre es el caso. Es importante tomar la temperatura del cuerpo, lo ideal es que se tome en el recto en la escena, es decir, ante de retirar el cuerpo a la morgue. En algunos casos como en los que sospecha de ataque sexual en los que la evidencia vestigial se podría dañar al hacer una medición rectal de la temperatura, ésta se puede medir mediante una punzada abdominal. En la actualidad, es común que se empleen termómetros digitales con sonda. También se toma la temperatura del aire, de manera que se pueda establecer la relación entre las dos. Lo ideal es que se tomen dos conjuntos de temperatura más o menos con una hora de separación, ya que haría más clara la relación entre cuerpo y el aire. Con el paso de los años se han desarrollado diversas guías algo burdas, pero efectivas para determinar el tiempo de la muerte. Una fórmula que es común que se emplee es: “Temperatura normal del cuerpo en grados Fahrenheit, menos la temperatura media del cuerpo, dividida por 1.5=número de horas desde la muerte…” Como tantos factores pueden tener influencia en la velocidad de enfriamiento del cuerpo, estas fórmulas ahora se consideran demasiado simplistas. En su lugar es más común que se empleen nomogramas (calculadoras graficas en dos dimensiones), como el desarrollado por Henssege, que emplea una fórmula más complicada para vincular las variables. Al emplear el nomograma de Henssege, se hace un cálculo del peso del cuerpo, se toman la temperatura rectal y del aire y se puede obtener un cálculo del número de horas desde la muerte. La velocidad de enfriamiento es el método clásico para determinar el tiempo de la muerte en las primeras etapas, pero, como hemos visto este método sólo se puede usar durante un período muy corto después de la muerte. Otro cambio que a menudo se emplea es la hipóstasis, también conocida como lividez post mortem, que tiene que ver con la aparición de coloración rojiza-púrpura en la piel. La hipóstasis tiene lugar porque la sangre deja de circular después de la muerte y, obedeciendo la ley de la gravedad, se va hacia las partes del cuerpo que están más abajo, hundiéndose primero los glóbulos rojos. En otras palabras, un cuerpo que esta boca abajo exhibirá la lividez en el abdomen, mientras que uno que esta de espaldas, mostrara zonas lívidas en la espalda y la parte posterior de los muslos. Las partes del cuerpo que están presionadas contra el suelo aparecerán blancas, ya que los vasos sanguíneos no podrán llenarse. La lividez aparece en menos de cambios posos horas después de la muerte y se hace notoria después de cuatro o cinco horas, cuando las manchas iniciales de lividez se fusionan en un área descolorida más continua. En las primeras etapas, la presión de la mano blanqueara la piel, ya que se obligara a la sangre a ir a otra parte, pero después, cuando la sangre se ha coagulado, la mancha púrpura no desaparece espera bajo presión. Como en el enfriamiento post mortem, la hipóstasis es una guía muy limitada para estimar el momento de la muerte. Tal vez el rigor mortis es el cambio post mortem más conocido, sin embargo, también es muy poco confiable como medio para determinar cuando murió una persona. El aumento de rigidez de los músculos causado por la acumulación de ciertas sales en las fibras musculares aparece alrededor de 12 horas después de la muerte. Los músculos de la cara se ponen rígidos primero, luego los hombros y los brazos, y por último las piernas. El rigor está en su punto más marcado durante las siguientes doce horas, después de lo cual se requieren doce horas más para desaparecer por completo, perdiendo el cuerpo la rigidez primero de la cara, seguido por los otros músculos en el mismo orden en que la rigidez tuvo lugar. Una figura particular de rigidez muscular, a veces interpretada erróneamente como rigor, es el fenómeno conocido como espasmo cadavérico, evento que usan mucho los escritores de novelas policíacas. Esto ocurre en el momento mismo de la muerte y se expresa como una rigidez de los músculos, en especial de la mano, en la que se puede sujetar un objeto y no se comprende por qué sucede, aunque cuando sucede, puede aclarar la secuencia de los eventos, en forma muy parecida a como han mostrado los escritores de misterio. La descomposición del cuerpo puede dar algunas pistas sobre el momento de la muerte. Unos dos días después de la muerte aparece un diseño “marmóreo” en el cuello y en los hombros y avanza hacia los brazos y los lados del abdomen. Al principio aparece de color rojo, volviéndose verde después. Estos cambios tienen lugar por la invasión de bacterias de los tejidos a las venas de sangre. En este momento el cuerpo se hincha, llenándose con gases producidos por el metabolismo bacteriano y los rasgos se hacen irreconocibles. Ahora se están descomponiendo los órganos internos y el orden en que se descomponen pueden dar algunas pistas sobre el momento de la muerte. Al principio, el estómago y el intestino, además del corazón y la sangre en el hígado comienzan a descomponerse. Después los pulmones y el mismo hígado se descomponen. A esto le sigue el cerebro y la médula espinal. Luego riñones, vejiga y testículos empiezan a descomponerse seguidos por la musculatura general del cuerpo. El útero y la glándula prostática se descomponen al final. Entonces, éstos son los cambios principales generales en el cuerpo que se podrían emplear en una forma más bien amplia para limitar el momento de la muerte… La disertación anterior es solo la introducción para estudiar y analizar de forma menos formal el tema de los fenómenos cadavéricos. A continuación realizo el análisis desde una perspectiva médico forense.

 

FENOMENOS CADAVERICOS Con este nombre y también con el de fenómenos abióticos se designan los cambios que se suceden en el cuerpo sin vida a partir del momento en que se extinguen los procesos bioquímicos vitales y va a sufrir pasivamente la acción de influencias ambientales. Estos fenómenos son: el enfriamiento, la deshidratación, las livideces e hipostasis, la rigidez y el espasmo cadavéricos.

 

ENFRIAMIENTO CADAVERICO El hombre es un animal homeotermo cuya temperatura corporal se mantiene constante gracias a un conjunto de procesos exotérmicos. El cese de estos fenómenos dará al enfriamiento progresivo del cadáver (algor mortis). En términos muy generales, el enfriamiento cadavérico trascurre de forma gradual, disminuyendo la temperatura de modo progresivo hasta igualarse con la del medio ambiente. En cierto modo, este curso se ha comparado a lo que ocurre con un cuerpo metálico caliente cuando ya no recibe más calor. Dicho de otro modo, el cadáver a partir del momento de la muerte se comportaría como una plancha eléctrica, una vez desconectada de la corriente. Tal formulación, no es absolutamente exacta, al menos en los primeros momentos del proceso; en efecto, el calor corporal del cadáver suele conservarse durante un cierto tiempo después de la muerte y aun aumentar en ciertas circunstancias. Período de equilibrio térmico: en ciertos casos, la curva de enfriamiento muestra una meseta inicial, en la cual se mantiene en equilibrio la temperatura que tenía el cadáver al momento de la muerte. Hipertermia post mortem: este fenómeno se produce en las siguientes circunstancias: cuando se ha perturbado hondamente antes de la muerte la regulación térmica, como en los casos de insolación y en algunos trastornos neurológicos; cuando ha habido en los músculos un aumento extraordinario en la producción de calor, especialmente en las muertes por convulsiones (tétanos, intoxicación estrícnica) o cuando ha habido una excesiva actividad bacteriana, como en los estados sépticos, cólera, etc. De estos hechos se ha pensado que las fuentes de calor en esta hipertermia post mortal serían: la persistencia de reacciones vitales, los fenómenos bioquímicos que dan origen a la rigidez o reacciones fermentativas bacterianas. La hipertermia post mortem puede continuar a una subida de temperatura iniciada en la agonía. En cualquier caso, no se mantiene más de dos horas, alcanzando su punto máximo hacia los 45 minutos después de la muerte. Evolución del proceso El enfriamiento se inicia por los pies, manos y cara, que están fríos a las dos horas después de la muerte. Se extiende luego a las extremidades, pecho y dorso. Finalmente se enfrían vientre, axilas y cuello. Los órganos abdominales profundos conservan el calor por mucho tiempo, incluso por 24 horas. El enfriamiento al tacto sería completo de las 8 a las 17 horas; más a menudos de 10 a 12 horas después de la muerte. Si la comprobación se hace mediante el termómetro no se establece totalmente hasta las 24 horas. Considerando una región o zona en particular, el enfriamiento sigue una zona exponencial, obedeciendo a la ley de enfriamiento de Newton. Pero el gran número de circunstancias extrínsecas e intrínsecas al cadáver que influyen en su evolución impiden que pueda darse una definición física y matemática válida. En efecto, la observación y la experiencia han permitido comprobar que la marcha del enfriamiento está condicionada por diversos factores: Causa de la muerte: las enfermedades crónicas y las hemorragias dan lugar a un rápido enfriamiento. Lo mismo sucede en las intoxicaciones por fósforo, arsénico y alcohol, las muertes por frío y las grandes quemaduras. En cambio, el calor dura más tiempo en las enfermedades agudas, apoplejía, insolación, golpe de calor, sofocación. Lo mismo sucede en las intoxicaciones por venenos convulsivantes como la estricnina y nicotina. Factores individuales: también influyen en la curva de enfriamiento las características individuales como edad, estatura, estado nutricional (desarrollo de tejido adiposo), peso, etc., factores que condicionan la extensión de la superficie corporal, capacidad calorífica, y aun la capacidad específica de la conducción calórica. Por esta razón se enfrían más rápidamente los cadáveres de los fetos, recién nacidos y niños que los adultos. Entre estos es más rápido el enfriamiento de los individuos caquécticos que en los sujetos bien alimentados y pletóricos. A este respecto, las investigaciones demuestran que el factor fundamental es la circunferencia del cadáver, dependiendo la rapidez del enfriamiento del diámetro corporal, con independencia del espesor del panículo adiposo. También parece influir en el enfriamiento el estado digestivo en que sorprende la muerte, el enfriamiento sería más rápido si ésta ha tenido lugar estando el sujeto en ayunas.

 

Factores ambientales: la influencia que el medio ambiente ejerce en la marcha del enfriamiento está en íntima dependencia con el mecanismo físico de la pérdida de calor corporal, con sus cuatro componentes: irradiación, conducción, convección y evaporación. El cadáver, que en un cierto sentido se ha se hecho un organismo poiquilotermo, sigue las fluctuaciones de temperatura del ambiente; esto es, se enfría más rápidamente cuanto más baja sea la temperatura ambiental y mayores, la humedad y la ventilación. Ahora bien, no debe olvidarse que estos factores pueden resultar modificados o compensados por la protección que frente a los mismos representen los vestidos, al estar oculto el cadáver entre paja o heno, encerrado en espacios estrechos, etc. Consecuencia de la posible acción de los diversos factores descritos es que el tiempo necesario para el enfriamiento del cadáver varía muchísimo y que deben examinarse, en cada caso, las circunstancias que concurren en él. No obstante, como regla general, puede afirmarse que el tiempo que tarda el cadáver en igualar su temperatura con la del medio ambiente depende más de la diferencia entre la temperatura corporal en el momento de la muerte y la temperatura ambiental que de los valores absolutos de ambas temperaturas. Según investigaciones, la curva de dispersión térmica viene caracterizada por un período de 3 a 4 horas en el que la temperatura corporal disminuye en no más de medio grado a la hora; por un segundo período, que comprende las 6 a 10 horas sucesivas, en el que la dispersión térmica es de alrededor de un grado por hora, finalmente por un tercer período en el que la temperatura disminuye en ¾, ½ o ¼ de grado por hora, hasta nivelarse con la temperatura del ambiente. Debe recordarse que se trata de cifras simplemente orientadoras, susceptibles de notables variaciones en relación con los factores extrínsecos mencionados, capaces de acelerar o retardar el enfriamiento cadavérico. Pero no se han podido calcular, para tales factores, coeficientes de aumento o disminución utilizables en una ecuación tendientes a establecer sobre una base matemática las relaciones que existen entre la temperatura cadavérica y la data de la muerte. Importancia médico legal El enfriamiento cadavérico posee dos aplicaciones prácticas de gran interés médico legal, siendo ellas: El diagnóstico de la muerte: una temperatura de 20º C se considera incompatible con el mantenimiento de la vida, y por lo tanto, como signo de muerte cierta. Esta afirmación debe ser tomada con reserva cuando se trata de sujetos recuperados de medios ambientes a muy bajas temperaturas, que han tenido un síndrome de congelación. Salvo esta posibilidad, el descenso de la temperatura de un cuerpo hasta la temperatura mencionada equivale a un diagnóstico de muerte real; la temperatura se tomará en las cavidades rectal o vaginal. La data de la muerte: la termometría puede ser muy útil en el cronotanatodiagnóstico.

 

DESHIDRATACIÓN CADAVÉRICA Condiciones ambientales externas caracterizadas por elevadas temperaturas y fuerte ventilación dan lugar a la evaporación de los líquidos cadavéricos; condiciones menos extremas producirían también un cierto grado de deshidratación cadavérica. Este proceso puede traducirse en fenómenos generales (pérdida de peso) y en fenómenos locales (apergaminamiento cutáneo, desecación de mucosas y fenómenos oculares). Pérdida de peso Se trata de un fenómeno constante, aunque muy variable en su intensidad, según las influencias exteriores. Como la pérdida de peso del cadáver es relativamente escasa, sólo resulta apreciable en el recién nacido y en el niño de corta edad, en los que la disminución ponderal viene a ser de unos 8 gramos/ kilo de peso al día como valor promedio. La pérdida más acusada es en los primeros días, sobre todo en las primeras 24 horas en que llega a los 18 gramos/kilo de peso. Esta disminución puede ser origen de errores en la determinación de la época de gestación en los fetos a término. En los adultos, la disminución de peso es intrascendente. Solo en casos extremos, persistiendo el proceso algún tiempo hasta llegar a la momificación del cadáver, se llegan a producir descensos ponderales de consideración. Apergaminamiento cutáneo La capa córnea epidérmica representa un escudo protector de la piel, a la que aísla de las influencias ambientales. Si esta capa ha desaparecido, como sucede en las excoriaciones, la piel de la zona correspondiente sufre un proceso de desecación especial, que recibe el nombre de apergaminamiento. Este proceso se traduce por la formación de una placa amarillenta, seca, dura, espesa con consistencia y aspecto como pergamino, cuya superficie está recorrida por arborizaciones vasculares de tinte más oscuro. El apergaminamiento tiene lugar también en aquellas zonas cuya piel es más fina normalmente, tal como el escroto. Puede comprobarse artificialmente (constituyendo uno de los signos de muerte cierta) comprimiendo la piel con una pinza de forcipresión, que expulsa los líquidos orgánicos, dando lugar a un apergaminamiento característico de formación rápida. Desecación de las mucosas Este fenómeno equivale al anterior, se produce sobre todo en los labios (preferentemente en los niños recién nacidos), donde se origina un ribete pardo rojizo o pardo negro que ocupa su zona más externa; también puede producirse en la zona de transición cutáneo-mucosa de la vulva en niñas de corta edad. Debe evitarse el confundir este fenómeno normal con lesiones por compresión, tocamientos impúdicos o escarificaciones cáusticas. Fenómenos oculares La desecación a nivel de ojo, es origen de unos fenómenos muy llamativos, cuyo conocimiento procede de los autores clásicos. Son los siguientes: Pérdida de la transparencia de la córnea, con formación de una telilla albuminosa Es un fenómeno relativamente precoz, pero con diferencias cronológicas según que el cadáver haya permanecido con los ojos abiertos o cerrados. En el primer caso, la córnea aparece ya turbia a los 45 minutos de la muerte; en el segundo, a las 24 horas. La telilla albuminosa está formada por restos de epitelio corneal desprendido y reblandecido y también por materias albuminoideas trasudadas y granos de polvo. Mancha esclerótica de Sommer-Larcher Se inicia poco tiempo después de la muerte, en forma de una simple mancha negra, de contornos mal limitados, que se va extendiendo después hasta adquirir una forma redondeada u oval, más raramente triangular, con la base dirigida hacia la córnea. La mancha negra aparece primero en el lado externo del globo ocular, surgiendo después otra del mismo color y aspecto en el lado interno. Ambas manchas, externa e interna, tienen tendencia a extenderse transversalmente, con lo que a veces llegan a unirse, formando un segmento de elipse de convexidad inferior. La mancha negra esclerótica no es de una constancia absoluta, depende de que el cadáver haya permanecido con los ojos abiertos y cuánto tiempo. Procede del desecamiento de la esclerótica, que se adelgaza y vuelve transparente, con lo que a su través puede observarse el pigmento de las coroides. Hundimiento del globo ocular A consecuencia de la evaporación de los líquidos intraoculares, el ojo del cadáver llega a ponerse flojo y blando, lo que en último extremo provoca un hundimiento de la esfera ocular, que puede seguirse en los primeros momentos con la ayuda de un tonómetro, con lo que se hace cuantitativo el fenómeno. Este es de gran constancia, pero también está condicionado en su progresión cronológica a que el cadáver haya permanecido con los ojos abiertos o cerrados.

 

LIVIDECES CADAVÉRICAS Con el cese de la actividad cardiaca se inicia, mediante una contracción vascular que progresa desde el ventrículo izquierdo hacia la periferia, un amplio desplazamiento de la masa sanguínea que vacía las arterias y que es origen de una hiperrepleción de las venas. A partir de este momento, la sangre queda sometida, de modo exclusivo, a la influencia de la gravedad, por lo que tiende a ir ocupando las partes declives del organismo, cuyos capilares distiende, produciendo en la superficie cutánea manchas de color rojo violáceo con el nombre de livideces cadavéricas (livor mortis). Las livideces cadavéricas constituyen un fenómeno constante, que no falta ni aún en la muerte por hemorragia, si esta no ha sido tan abundante como para producir una verdadera exanguinación. En algunas ocasiones se ha observado que su formación se inicia en la agonía; sin embargo, lo ordinario es que comiencen a formarse poco después de la muerte, aumentando paulatinamente de color y de extensión. El color de las livideces, es rojo violáceo, variando entre límites muy amplios desde el rojo claro al azul oscuro. Estas variantes de coloración dependen del color de la sangre en el momento de la muerte, por lo tanto, en la intoxicación oxicarbónica y en la cianurada, tienen un color sonrosado, mientras que en la intoxicación por venenos metahemoglobinizantes presentan un color achocolatado. En las asfixias, las livideces son de un color rojo oscuro, excepto en la sumersión, en que tienen una tonalidad rojo claro. Son también más claras en los individuos que han tenido pérdidas sanguíneas antes de la muerte. La intensidad de las livideces depende de la fluidez del líquido sanguíneo; es por consiguiente, mayor en las asfixias, porque la sangre no se congela con rapidez, y menos marcada en la muerte por hemorragia o anemia, debido a la reducida cantidad de sangre y de pigmento sanguíneo. Por la misma razón es menos acusada en los casos de neumonía lobular y otras enfermedades en las que la coagulación se acelera. La distribución de las livideces depende de la posición del cadáver. Si éste se halla boca arriba, que es el caso más ordinario, se forman las manchas en toda la superficie dorsal, con excepción de las partes sometidas a presión, pues el obstáculo que esta ejerce impide a los capilares llenarse; por lo tanto, en este decúbito supino se advierten superficies no coloreadas en las regiones escapulares, nalgas, cara posterior de los muslos, pantorrillas y talones. Si el cadáver se halla en decúbito prono, las livideces asientan en el plano anterior del cuerpo, con la misma salvedad relativa a los puntos de apoyo. Lo mismo puede decirse para cualquier otra posición del cadáver. Por consiguiente, y como regla general, las livideces se localizan en las regiones declives del cuerpo, indicando así la posición en que ha permanecido el cadáver. Las livideces no se manifiestan en los sitios oprimidos por las prendas de ropa, o sus arrugas y dobleces, como el cuello, cintura, a nivel donde han estado ligas u otras prendas ceñidas. Deberá en todo caso, evitarse el confundir dichas zonas de palidez con las señales de constricción del cuello o a las debidas a golpes. Como consecuencia de todo ello, el aspecto de las livideces es sumamente abigarrado. Toda la superficie declive aparece de color rojo violáceo, entrecortado e interrumpido por rayas, zonas redondeadas e irregulares, espacios mayores o menores, de una palidez cérea. Los contornos de las livideces suelen ofrecer límites bien definidos, pero son muy irregulares en cuanto a forma y tamaño.

 

 Variedades de las livideces Además de las livideces en placas, también se encuentra la púrpura hipostática, constituida por un punteado parecido a la escarlatina. Se produce porque la hipostásis cadavérica puede romper los vasos, aumentado la presión, sobre todo si lo capilares sufren degeneración grasa como en la intoxicación fosforada o alcohólica y en las septicemias. Se denominan livideces paradójicas las que se forman en las regiones no declives. Presentan la forma de manchas, acompañadas no raramente por petequias hemorrágicas, lo que también puede suceder con las livideces verdaderas. Se observan en cadáveres mantenidos en decúbito supino en la cara y regiones anteriores del cuello y del tórax, especialmente en las muertes repentinas y en las muertes asfícticas. Muchos autores las interpretan como resultado de las roturas de pequeños vasos cutáneos producidas antes de la muerte, que se hacen más manifiestas después de ésta. Otros en cambio creen en su origen post mortal, interviniendo en su génesis un componente activo, dinámico, vásculo sanguíneo que moviliza la sangre desde el lecho arterial al venos, encontrando en su desarrollo el obstáculo de la estasis venosa y cardiaca derecha propia de dichas muertes; de esta manera tendrían lugar una intensa dilatación y repleción de la red capilar, que se exteriorizarían en estas livideces en zonas no declives. Evolución de las livideces cadavéricas Las livideces se inician bajo la forma de pequeñas manchitas aisladas, que van confluyendo paulatinamente hasta abarcar grandes áreas. Las manchas comienzan a presentarse poco después de la muerte. Cuando el cadáver yace en posición de decúbito supino, hacen su primera aparición en la región posterior del cuello, que por su pequeño espesor, permite su formación rápida. Las primeras manchas aisladas en esta región pueden verse ya entre 20 y 45 minutos después de la muerte y empiezan a confluir después de 1 hora y 45 minutos. En el resto del cadáver aparecen de 3 a 5 horas después de la muerte. Ocupan todo el plano inferior del cadáver a las 10 o 12 horas del fallecimiento. Una vez establecidas, no suelen cambiar de forma ni de coloración, con la salvedad a que nos referimos inmediatamente, hasta que se inician los fenómenos putrefactivos, momento en el que las livideces se van invadiendo por el tinte verde oscuro y negruzco propio de éstos. Simultáneamente con la formación de las livideces, la piel de la región corporal opuesta va palideciendo, tomando el color céreo tan característico de la muerte. Esto confirma el origen de las livideces y es causa de la desaparición de los fenómenos congestivos cutáneos producidos en vida (exantemas, hipertermias, etc.) Transposición de las livideces En el estudio evolutivo de las livideces cadavéricas adquiere gran importancia el fenómeno de la transposición, es decir la posibilidad del transporte o desplazamiento de las manchas de lividez durante cierto tiempo después de su formación. En efecto, una lividez cadavérica reciente puede hacerse desaparecer comprimiendo fuertemente con el pulgar o con un vidrio resistente en un punto limitado de la superficie, e igualmente cambiando la posición del cadáver. El resultado de estos dos tipos de maniobra es un nuevo desplazamiento de la sangre hacia los vasos no comprimidos, en el primer caso, o hacia las nuevas regiones declives, en el segundo; se explica así el fenómeno de la transposición apareciendo de nuevo las livideces en el punto declive actual. Pero transcurrido un cierto plazo, las citadas maniobras se hacen negativas. Se ha establecido el proceso de fijación de las livideces, que se hacen permanentes en el lugar donde se formaron. En general, las livideces se fijan al cabo de 10 a 12 horas. Pero existe también la posibilidad de encontrar en un cadáver livideces en dos planos distintos y aun opuestos. Ello tiene lugar cuando se cambia la posición del cadáver, habiendo comenzado ya el proceso de fijación de las livideces, sin haberse completado del todo. En tal caso, las livideces formadas en primer lugar, correspondientes a la posición primitiva del cadáver, palidecen sin llegar a desaparecer del todo, y al mismo tiempo, se forman unas segundas livideces en el nuevo plano declive, que tampoco alcanzarán la total intensidad de su coloración. Estas dobles livideces constituyen un indicio seguro de que se ha cambiado la posición del cadáver unas 10 o 12 horas después de la muerte y antes de transcurridas 24 horas del fallecimiento. Diagnóstico diferencial Importa mucho diferenciar las livideces cadavéricas de las equimosis. La distinción es muy fácil en los cadáveres recientes; basta practicar una incisión en la región afectada para observar en las equimosis sangre extravasada, coagulada y firmemente adherida a las mallas del tejido, en tanto que en las livideces no hay sangre extravasada, viéndose fluir tan solo un poco de sangre a cortar los capilares. Si después de este examen, aún persiste alguna duda, se lava la herida dirigiendo un fino filete de agua sobre sus labios, con lo que se arrastra mecánicamente toda la sangre que no se haya coagulado, por lo que cuando se trata de livideces queda completamente limpia, y en cambio, carece de acción sobre la sangre extravasada de las equimosis vitales. Suele observarse, asimismo, en las equimosis algún relieve y abrasión de la epidermis, su color es muchas veces diferente al de las livideces y su localización no coincide necesariamente con los planos declives. Por el contrario, las livideces cadavéricas no sobresalen de la piel circundante y asientan siempre (salvo las livideces paradójicas) en las partes declives. Cuando los cadáveres se hayan en descomposición y los tejidos reblandecidos se hacen permeables al pigmento hemático, resulta casi imposible establecer la diferenciación si se trata de manchas pequeñas, pero siempre puede reconocerse todavía la sangre extravasada si existe en alguna cantidad. Importancia médico legal Las livideces cadavéricas tienen una importante aplicación médico legal en los siguientes casos: Diagnóstico de la muerte cierta: las livideces cadavéricas poseen un gran valor como signo de muerte cuando son extensas, intenso color y típicamente localizadas; esto solo ocurre 12 a 15 horas después de la muerte. Determinación de la data de la muerte: el momento de aparición de las livideces, el de adquirir su total extensión y su posibilidad de transporte son otros tantos elementos de juicio de utilidad para este diagnóstico cronológico. Posición del cadáver: la localización topográfica de las livideces representa un fiel testimonio de la posición en que ha permanecido el cadáver después de la muerte. Tiene especial importancia la comprobación de que las livideces tienen una localización anormal respecto a la posición en que se ha encontrado el cadáver, en especial si se encuentran livideces en planos opuestos, indicando una transposición después de 12 horas del fallecimiento, pero anterior a 24 horas de éste.

 

HIPOSTASIS VISCERALES La acumulación de sangre en las partes declives de las vísceras recibe el nombre de hipostasis viscerales, manifestándose en los órganos internos los mismos fenómenos que en la superficie cutánea, por lo cual aparecen acumulaciones sanguíneas en las partes declives del hígado, bazo, riñones, pulmones, corazón y cerebro. En el tubo digestivo, las asas intestinales más bajas con relación al plano de sustentación del cadáver, por ejemplo las que descansan en la pelvis, presentan una lividez intensa que contrasta con la palidez de las que ocupan planos más superiores. Tiene interés el conocimiento de estas acumulaciones sanguíneas post mortales para no confundirlas con estados patológicos, especialmente los que se traducen por congestiones vitales. Observando su localización en los puntos declives, la falta de exudado y el aspecto normal de las porciones altas del órgano que se considera, se evitará este error. Mirando al trasluz las asas intestinales, se advierte una sucesión alternada de partes lívidas y pálidas cuando se trata de un cuadro de hipostasis. De la misma manera, en el mesenterio y otras membranas serosas se aprecia en seguida la ingurgitación de cada uno de los vasos, que aparecen dilatados por sangre de color muy oscuro, sobre el fondo de la serosa normal, lo que no ocurre en los estados inflamatorios.

 

 RIGIDEZ CADAVÉRICA Inmediatamente después de la muerte se produce, en las circunstancias ordinarias, un estado de relajación y flacidez de todos los músculos del cuerpo. Pero al cabo de un cierto tiempo, variable aunque en general breve se inicia un lento proceso de contractura muscular que ha sido denominado rigidez cadavérica (rigor mortis). Sus características han quedado magistralmente reflejadas en la siguiente definición: “Estado de dureza, de retracción y de tiesura, que sobreviene en los músculos después de la muerte.” Dicho estado aparece constantemente en los cadáveres, variando solo al instaurarse, que excepcionalmente puede ser muy precoz o muy tardío. Afecta tanto a la musculatura estriada del aparato locomotor como al miocardio, diafragma y músculos de la fibra lisa. Evolución El momento de iniciarse la rigidez es variable según diversas circunstancias. Por otra parte, los distintos sistemas musculares entran en rigidez en un orden determinado: aparece primero en los músculos de fibra lisa, miocardio y diafragma y es algo más tardía en los músculos estriados esqueléticos. En el corazón y diafragma se inicia ordinariamente de media hora a 2 horas después de la muerte, lo mismo que en los músculos lisos. En cuanto a la musculatura estriada esquelética suele iniciarse de las 3 a 6 horas después de la muerte, y aun antes, comenzando de ordinario en los músculos de la mandíbula y orbiculares de los párpados; después afecta la cara y pasa al cuello, invadiendo sucesivamente el tórax, brazos, tronco, y por último las piernas. Sin embargo, este orden de sucesión es muy variable, dependiendo de la posición del cadáver. En cadáveres dispuestos experimentalmente en posición declive, con la cabeza a nivel inferior de los pies, se ha logrado un orden ascendente de la rigidez cadavérica, inverso al habitual; esto es, comenzando por las extremidades inferiores, alcanza en último término la cabeza. La rigidez cadavérica suele ser completa en un período de 8 a 12 horas, alcanza su máxima intensidad a las 24 horas y casi siempre inicia su desaparición a las 36 o 48 horas, siguiendo el mismo orden en que se propagó. Esta evolución cronológica ofrece variadas excepciones, lo que ha permitido distinguirrigideces precoces, que son completas antes de 3 horas y rigideces tardías que se inician transcurridas más de 7 horas después del fallecimiento. Cuando la rigidez cadavérica ya está establecida, las musculaturas de extensión y de flexión aparecen contraídas simultáneamente, neutralizándose sus efectos, aunque con un ligero predominio flexor. Las masas musculares se hacen extremadamente duras al tacto, y el cuerpo queda como envarado, formando un bloque, lo que permite levantarlo por un extremo como una tabla de madera. En el hábito exterior se notan los resaltes musculares, como cuando se contraen los músculos en vida. La rigidez puede producir ligeras modificaciones de posición: aproximación maxilar (masticatio mortuorum), modificación del semblante, los llamados movimientos de Sommer debidos a una ligera flexión de las extremidades, el cierre de la mano, etc.

 

Las articulaciones quedan fijadas por la contracción muscular, es necesario por ello, ejercer mucha fuerza para conseguir vencerlas, y aun así, muchas veces no se consigue si no es cambio de producir fracturas. A este respecto debemos señalar que la posibilidad de vencer la rigidez cadavérica depende del momento de su evolución. Pueden distinguirse tres fases: La primera, o fase de instauración, comprende desde que se inicia la rigidez hasta que alcanza su máxima intensidad (entre 3 y 24 horas post mortem); en este período la rigidez puede vencerse aplicando cierta fuerza recuperando los miembros su flacidez, pero al cabo de un cierto tiempo se reinicia el proceso, volviendo los músculos a ponerse rígidos. En la segunda fase, o período de estado, la rigidez es prácticamente invencible sin producir desgarros o fracturas. Por último, en la tercera fase, correspondiente a la resolución de la rigidez (a partir de las 36 horas post mortem), si se vence la resistencia muscular, ya no vuelven las masas musculares al estado rígido. Rigidez cadavérica y músculos de fibra lisa Los músculos de fibra lisa también son afectados por la rigidez cadavérica. Resultado de esta contracción también son ciertos fenómenos, que en ocasiones son mal interpretados: La rigidez del diafragma provoca la expulsión del aire pulmonar originando oscilaciones de la glotis y como consecuencia, un ruido apagado especial que ha sido denominado “el sonido de la muerte.” La pupila se dilata inmediatamente después de la muerte, volviendo luego a un estado de contracción como resultado de la contracción del esfínter del iris. Al entrar en rigidez los arrectores pilorum, se origina a menudo la denominada cutis anserina (piel de gallina) que no debe atribuirse a un proceso vital. También se produce la retracción del escroto y de los pezones mamarios. La rigidez cadavérica en las vesículas seminales puede producir la salida al exterior de líquido seminal que ha sido interpretada erróneamente como una eyaculación agónica o incluso postmortal. La contracción cadavérica del corazón es más intensa en el ventrículo izquierdo que en el derecho. A esto se debe que el ventrículo izquierdo aparezca vacío de ordinario en el cadáver, ya que aquella contracción expulsa la sangre que pudiera contener; este hecho, unido a una retracción arterial igualmente debida a la rigidez cadavérica de su capa musculosa, da lugar a una progresión sanguínea hacia la periferia vascular. También se debe a la rigidez la apariencia contraída del corazón en ciertos casos, que no debe ser atribuida a una muerte en sístole, ya que después de la muerte, siempre hay una relajación del músculo cardiaco. Finalmente, la rigidez cadavérica afecta también al útero, y aún al útero gestante, lo que ha sido origen en ocasiones, del llamado parto post mortal. Circunstancias que modifican la rigidez cadavérica Algunos autores han demostrado que la intensidad de la rigidez depende del estado de conservación o integridad de la musculatura en el momento de la muerte. Posteriormente Nysten emitió su ley de la rigidez cadavérica, estableciendo que en el momento de iniciarse la rigidez, la intensidad de ésta y su duración son valores que están íntimamente relacionados, de tal modo que, cuando la rigidez comienza precozmente, es de intensidad escasa y de duración limitada, mientras que cuando su comienzo es tardío, la intensidad es notable y su duración prolongada. De acuerdo con ello, las circunstancias individuales pueden condicionar la marcha de la rigidez, pero hay también unas circunstancias ambientales y relativas a la causa de la muerte que modifican asimismo la evolución cronológica normal de la rigidez cadavérica. Todas estas circunstancias pueden dividirse en dos grupos: Que siguen la Ley de Nysten Es decir, que mantienen la dependencia expuesta por dicho autor entre el momento de la aparición, la intensidad y la duración de la rigidez: Edad: los niños y viejos presentan una rigidez precoz, débil y corta. Desarrollo muscular y estado de nutrición: en los individuos atléticos la rigidez es más tardía e intensa que en los que poseen una musculatura débil o se encuentran en estado hipotrófico. Cansancio: la rigidez es precoz y débil. Causas de muerte: en las muertes de causa violenta y en las muertes repentinas, la rigidez es tardía, intensa y duradera. En cambio, en las muertes consecutivas a enfermedades agudas hipostenizantes, crónicas caquectizantes y que agotan el sistema muscular, la rigidez es precoz, débil y corta. Anasarca: dificulta la rigidez. Hemorragias: si son intensas, dan una rigidez precoz, corta y débil. Que se separan de la Ley de Nysten Muertes por procesos convulsivantes (tétanos, estricnina): la rigidez es precoz, intensa y duradera. Otras intoxicaciones (óxido de carbono, arsénico, cloroformo): la rigidez es como en el caso anterior. En cambio, cuando la intoxicación es debida al hidrato de cloral, cocaína, curare y cicutina se retrasa el momento de la aparición de la rigidez. Electrocución: la rigidez es precoz, pero intensa. Lesiones mortales de cerebro y médula: solamente afectan la iniciación de la rigidez, adelantándola. Muerte por el calor: la rigidez es precoz, intensa y poco duradera. Muerte por frío: en este caso es precoz, intensa y duradera. Enfermedades que cursan con parálisis muscular o atrofias: en general., la rigidez en estos casos es tardía, débil, pero duradera. Sin embargo, existen múltiples excepciones. Importancia médico-legal La rigidez cadavérica ofrece un interés práctico en el diagnóstico médico legal, que se concreta de modo especial en los siguientes casos: Diagnóstico de la muerte real. Determinación de la data de la muerte. Reconstrucción de las circunstancias en que se produjo la muerte: diagnóstico de la simulación del suicidio por disparos de arma de fuego.

 

ESPASMO CADAVÉRICO Constituye un tipo especial de rigidez cadavérica que se manifiesta de forma instantánea, es decir, sin que tenga lugar la fase de relajación muscular previa, que sigue a la muerte y precede a la instauración de la rigidez ordinaria. Este carácter es lo que diferencia el espasmo cadavérico de los casos de rigidez precoz, en los cuales, por muy prematuramente que se establezca siempre hay un periodo transitorio de flacidez muscular. Contrariamente, el espasmo sigue a la última contracción vital, fijando la actitud o postura que tenía el cuerpo en el momento de la muerte. Existen dos variedades de espasmo cadavérico: Generalizado: en este caso todo el cuerpo experimenta la rigidez súbita, conservando la posición que tenía. Se observa de modo particular en los soldados caídos en el campo de batalla, cuyos cadáveres mantienen la actitud en la que los sorprendió la muerte. Localizado: en esta variante solo resultan interesados por el espasmo cadavérico ciertos grupos musculares aislados. En la práctica esto se traduce por la conservación de la última expresión de la fisonomía o por la conservación de una actitud o movimiento parcial, lo que en ocasiones es de gran valor en el diagnóstico del suicidio. Aunque el espasmo cadavérico sea un fenómeno muy poco frecuente, las observaciones recogidas en la literatura científica permiten comprobar que las condiciones que dan lugar a su producción son casi siempre las mismas lo que justifica que se les asigne un valor etiológico. Estas condiciones son: La emoción o extraordinaria tensión nerviosa en que sorprende la muerte. Una particular causa de muerte. Entre las causas de muerte que dan lugar al espasmo cadavérico se encuentran las siguientes: Procesos convulsivantes. Heridas por arma de fuego que produzcan la muerte repentinamente por lesión de los centros nerviosos superiores o del corazón (más raramente). Muerte por lesiones espontáneas del sistema nervioso central, y más especialmente, las hemorragias cerebrales cataclísmicas. La fulguración por la electricidad atmosférica. Importancia médico-legal La importancia médico legal de este fenómeno se debe a que su actitud fija la última actitud vital de la víctima, permitiendo de esta manera reconstruir los hechos. Interesa, sobre todo, el espasmo cadavérico localizado de la mano, que se observa a menudo en los casos de suicidio por disparos de arma de fuego, en que con frecuencia se encuentra el arma firmemente asida por la víctima.

 

Julio A. Ceballos.

Psicólogo-Policiologo San Luis Potosí, México

Septiembre 22 de 2014.

 

LA MENTE CRIMINAL.

 

 Desde sus inicios en el siglo XIX, la explicación científica de la criminalidad ha elaborado sus planteamientos a partir del presupuesto básico del carácter singular y distinto del comportamiento delincuente con relación al comportamiento adaptado a las normas sociales y jurídicas. Y lo que es más, en este origen singular del comportamiento delincuente está implicita una base patológica del individuo que lo lleva a cabo. Y a partir del momento en que se convalida científicamente esta afirmación, el científico se permite encauzar el estudio de la delincuencia a través de formulaciones que evidencien el “por qué” y las causas de tal singularidad. Inmediatamente se opera una separación tajante entre el individuo adaptado y el delincuente, de modo que aquél que juzga este como ente distinto, y desde el momento en que se coloca como normal y poseedor de la verdad sobre lo que es bueno y malo, sobre lo que es justo e injusto, el hombre adaptado ocupa el lugar ventajoso dentro de esta relación de distanciamiento. No es sólo un distanciamiento social y psicológico sino que fundamentalmente es un distanciamiento ideológico. No hay por tanto posibilidad de integrar las acciones delictivas dentro de los atributos de la conducta adaptada. Se le podrá decir al delincuente lo que él tiene de cierto y errado, porque hizo lo que hizo e incluso se le podrá predecir su conducta futura, así como los sentimientos que le animarán para, en el último término imponerle un cambio en su manera de ser y de pesar. Por lo tanto la primera condición de que la relación de distanciamiento otorga al individuo adaptado es el apoderarse de la posición de autoridad sobre el destino del sujeto delincuente. Además dentro de otro orden de cosas, el sujeto adaptado, al considerar al delincuente como un ente distinto, provoca en sí mismo una reacción, experimenta un sentimiento de desinterés absoluto para comprender una conducta tan distinta –que se desarrolla en otra esfera de la realidad humana- y para acerarse al hombre que la realiza, y ello porque hay un impulso de rechazo, de presión hacia lo desconocido y lo diferente. Sería pues, interesante encontrar el origen de la noción de “distinto” y de “anormal” que se ha otorgado al sujeto delincuente. Si Lanzamos a una mirada hacia atrás en el tiempo, con anterioridad a las teorías biológicas de la criminalidad del siglo XIX, veremos que en un principio, antes del siglo XVII, no hay una separación entre el no delincuente y el delincuente. Es sólo a partir del siglo XVIII, cuando por la ineficacia del modo de producción feudal y la comercialización del campo (Ignatieff, 1978), se expulsa a los campesinos y trabajadores, lo que fuerza su llegada a la ciudad en la época de la incipiente mercantilización (Dobb, 1971). En Inglaterra las Leyes de Encierro de 1640 protegen la separación de elementos comunales distinguiendo entre los campesinos de iure (o residentes legales) y los campesinos de facto, que son expulsados de las tierras. Es en este momento cuando el campo deja de incorporar a sus elementos pobres tal como lo había estado haciendo, aceptando como costumbre el derecho a utilizar la madera, las albercas, la leña, la paja, las hierbas, etc., y utilizando a los labriegos para trabajos menores en las recolecciones y otros menesteres estacionales. De modo que la satisfacción de las necesidades de los pobres se inscribe dentro del marco económico de autosubsistencia de la comunidad o de la comarca. Hay, pues un cambio sustancial que se formaliza en la promulgación de las primeras leyes represivas que castigan justamente aquellos actos que implicaban el ejercicio de los derechos consuetudinarios. Este cambio produce una transformación profunda en la actitud social hacia el no integrado, cuyas repercusiones podríamos representar como la expansión de las ondas causadas por una piedra lanzada en un estanque; el fenómeno se va multiplicando, tornándose más complejo para convertirse en el mayor y más grave problema a medida que las incipientes ciudades primero, y más tarde los centros comerciales y manufactureros, se ven abarrotados de individuos incapaces de ser asimilados por la nueva ley de mercado. A partir de aquí se forma y fundamenta la noción valorativa negativa de un comportamiento “distinto” propio de la categoría de individuos no integrados, que se legitima justamente a través de la promulgación de leyes represivas. El delincuente pasa a ser asimilado a distintos tipos, como el de vagabundo, el ocioso, el pobre, el loco, la prostituta, como categoría social más o menos singular en razón del rechazo social de que son objeto. LA MENTE CRIMINAL. El perfil de una persona que comete un delito no es único. El delincuente puede ser desde un menor de edad hasta un adulto mayor. Puede ser hombre, mujer, blanco, negro, oriental, mestizo y de cualquier nivel socioeconómico. Es decir cualquier miembro de la sociedad puede eventualmente infringir la ley y cometer un delito. En la mayoría de los casos es posible evidenciar una pérdida del control de las funciones mentales, bien sea en forma temporal o permanente. En el primer caso, los delitos asociados a una pérdida del control temporal de las funciones mentales, las causas son variadas e incluyen situaciones de estrés, miedo, celos, abuso de alcohol, uso de substancias alucinógenas. En el segundo caso, la pérdida permanente en el control de las funciones mentales, las causas incluyen patologías que alteran la estructura y función cerebral. Aquí se incluyen enfermedades como las esquizofrenias, estados maniaco-depresivos, secuelas de traumas cerebrales, presencia de tumores y alteraciones en el desarrollo neurológico. Este panorama complejo implica que los procesos judiciales y sus sentencias deben ajustarse de tal manera que contemplen no solo el castigo o penalización, sino que además contemple los procesos de resocialización y estrategias para impedir la posibilidad de reincidencias. Los crímenes cometidos por un individuo con capacidades mentales dentro de lo normal pero bajo estrés, los cometidos por un adicto y los cometidos por un enfermo mental deben considerar diferentes variables: tipo de delito, potencialidad para rehabilitación y posibilidad de recidiva. El doctor Zakaria Erzinclioglu autor del libro Forenses (Grupo Editorial Tomo de C.V.) se pregunta: ¿Por qué algunas personas cometen crímenes? ¿Por qué hacen eso, mientras que la mayoría de nosotros paremos no tener dificultades en tener vidas que cumplen con las leyes? ¿Qué convierte al ser humano en un monstruo? Las anteriores son preguntas que tienen que ver con la mente humana, un tema lleno de dificultades. El autor del libro nos hace una advertencia: “Si algunos de mis comentarios parecen estridentes, solicito su indulgencia, ya que son asuntos de suprema importancia y no se pueden tratar con superficialidad.” Es necesario sujetar las ortigas con firmeza, tomar al toro por los cuernos y ver los problemas directo a los ojos. Muchas personas tienen una creencia casi ciega en la ciencia y a menudo se encuentran poco dispuestas a contradecir sus hallazgos; pero la ciencia no es omnipotente y a menudo falla en serio, en especial en la sensible área de la conducta humana, No toda la ciencia es científica, como veremos. Nos advierte el Dr. Zakaria: “Sin embargo antes de que continuemos, me gustaría dejar otro punto claro por completo. Algunos académicos son famosos por sus tendencias las disputas amargas, ocultando su antipatía personal con una simulación de debate científico. Le aseguro al lector que las críticas que hago a continuación no surgen de un motivo tan vil, y por esta razón, no nombraré cualquier individuo con el que no esté de acuerdo. No trato de ser ingenioso o gracioso cuando digo que algunas de las personas con las que más estoy en desacuerdo sobre estos asuntos están entre mis mejores amigos. RAZONAMIENTO FALSO E ILÓGICO. Existe una historia, que con sinceridad espero que sea apócrifa, sobre un científico que estudiaba ranas. Colocaba una rana en la mesa del laboratorio, luego acercándose al animal, le gritaba con fuerza. En forma invariablemente, la rana saltaba en la mesa. Entonces el científico decidió llevar más allá su investigación. Tomó una rana y le cortó las patas, luego la puso en la mesa como antes, acercándose y gritó con fuerza, pero la rana no se movió. ¿Por qué? Era claro que la rana no saltó porque ya no podía escuchar, y ya no podía escuchar porque se le habían quitado las patas. Conclusión: ls ranas escuchan con las patas. Es la imagen del idiota sabio; el hombre erudito que, con toda su erudición, es un tonto. Aunque nunca he encontrado un ejemplo tan vergonzoso de razonamiento falso en un científico, es sin embargo cierto que algunas áreas de la ciencia abundan con ejemplos de razonamiento ilógico por completo, que no están tan lejos de nuestra divertida historia de la desafortunada rana. La psicología, por su propia naturaleza, es un tema que debe atraer a cualquiera interesado en la gente y la sociedad en general. Sin embargo, como un campo de investigación humana descriptiva más que explicativa o predictiva. Por lo tanto, antes de examinar las formas en que psicólogos y otros han tratado de explicar o predecir la conducta humana, criminal o no, primero consideremos su contribución a la descripción de la conducta criminal. Hacer perfiles psicológicos o de “delincuentes” es el campo de la investigación que trata de describir la actitud mental y los antecedentes generales de una persona que ha cometido un crimen, con la meta de ayudar a la policía para encontrarla. Las pistas que deja atrás el criminal se pueden emplear para construir una imagen de su mente. Por ejemplo, se dice que casi todos los asesinos seriales son blancos, no negros, comentario que se podría considerar racista si hubiera sido al revés. Si un crimen toma algún tiempo para ejecutarse, como el asesinato, la violación y la mutilación posterior de la víctima, se interpreta como que el criminal debe haber estado familiarizado con el área, ya que no hubiera pasado tanto tiempo en un lugar desconocido para él. También se considerará probable que un asesino serial, en especial cuyos crímenes son horribles en particular, debió tener una infancia infeliz, que procede de un hogar roto o que se abusó físicamente de él cuando era niño. Hasta el momento, todo bien; todo tiene sentido. Lo que es más, estos perfiles casi siempre muestran ser ciertos cuando se atrapa al delincuente. Por lo tanto ¿Cómo terminará el asunto? Bueno, no, ya que es mucho lo que preocupa respecto a cómo se usa e interpreta una información así. Consideremos primero esta pregunta: “¿No es probable en forma intuitiva que un crimen violento resulte ser infeliz?: la respuesta con seguridad será: “Si”, y nos sentimos tentados a decir que no necesitamos un psicólogo para decirnos esto. Es peor el problema que se produce al hacer la siguiente pregunta: “Si un criminal tiene características X. ¿esto significa que las personas con características X son criminales?”, Me doy cuento que no es esto lo que los especialistas en hacer perfiles de delincuentes dicen, pero es lo que parece que dicen otros psicólogos, ya que, como grupo, los psicólogos tratan de explicar el comportamiento humano, en otras palabras, hacen la pregunta en la forma contraria…la segunda mital de la pregunta en la última oración. SOCIOBIOLOGÍA. La Sociobiología se ocupa de investigar las bases biológicas de la conducta social, desde una perspectiva teórica fundamentada en la premisa de que ciertos comportamientos sociales tienen una base genética y que los procesos evolutivos favorecen aquellas conductas que mejoran el éxito reproductivo y la supervivencia. Se trata de una traslación de los principios evolucionistas, que regulan el desarrollo de las características físicas compartidas por los miembros de una especie, a las características de comportamiento de las distintas especies animales, incluido el ser humano. El fundador de esta teoría fue el biólogo americano Edward Osborne Wilson quien, tras sus trabajos sobre los efectos de la selección natural en ciertas sociedades biológicas, como los hormigueros, extendió sus conclusiones a otras comunidades animales. Los resultados de estas primeras investigaciones, que sentaron las bases de la sociobiología, fueron publicados por este autor en un libro, publicado en 1975, que llevaba por título: Sociobiology: The New Synthesis (Sociobiología: la Nueva Síntesis). La sociobiología estudia las bases biológicas del comportamiento social de animales gregarios; algunos asuntos, como la agresión, la territorialidad, el sistema social, el altruismo o la selección de pareja, son especialmente contemplados en los desarrollos teóricos sociobiológicos. Por su aproximación interdisciplinar, la sociobiología es una síntesis de los conocimientos derivados de la neurobiología, la etología (el estudio de los patrones de comportamiento de los organismos en la naturaleza), la ecología (el estudio de las relaciones que se dan entre los organismos y su entorno) y la genética. Basándose en ellos, esta disciplina pretende extraer principios generales aplicables al estudio de las sociedades animales. Su carácter innovador reside, precisamente, en la combinación de la tradición etológica y psicológica con los fundamentos ecológicos y la genética de poblaciones (muestra cómo los grupos sociales se adaptan a su entorno por evolución). De esta manera, los sociobiólogos afirman que los patrones de comportamiento surgen, se ven modificados y llegan a desaparecer, a través de la selección natural. El aparato experimental de la sociobiológica se fundamenta en la comparación de modelos sociales de especies gregarias. Así, cada forma de vida puede ser considerada como un experimento evolutivo, el producto de millones de años de interacción entre los genes y el ambiente. En cierto modo, la sociobiología puede relacionarse con la Memética, la teoría del "gen egoísta" de Dawkins Después de dar la definición de la Sociobiología, es importante considerar sus principales contribuciones a la ciencia. Esta área de la biología trata de explicar la conducta social humana en términos de conducta y biología animal, su principio básico es que toda la conducta social, está determinada genéticamente. En lo que se refiere a la sociedad humana, lo que los sociobiólogos están diciendo es esto: los seres humanos exhiben ciertos rasgos de personalidad, se organizan en grupos (familias, tribus, naciones, etc…), van a la guerra, cooperan, cuidan de sus crías, etc. Dicen que estos rasgos son controlados por genes y por lo tanto, l naturaleza humana evolucionó por medio de la selección natural, en forma muy parecida al cuello de la jirafa o a la trompa del elefante. En pocas palabras, afirman que la naturaleza humana está predeterminada genéticamente, en el sentido de que los genes humanos no sólo dejan a las personas hacer ciertas cosas, sino que los obligan a hacerlas. Uno de los argumentos empleados para justificar esta creencia es el hecho de que ciertos hábitos de conducta parecen estar muy extendidos en la gente de todo el mundo. Por ejemplo, dicen que como la guerra ha sido una actividad humana tan común a todos los pueblos durante la historia, debe ser una característica genética. El autor de un libro reciente justificó este tipo de creencias diciendo que como la moralidad es más antigua que la iglesia, la cultura más antigua que Babilonia, la sociedad más antigua que Grecia, el comercio más antiguo que el estado, estas características deben de ser genéticas y que sus raíces están en los “eslabones perdidos” con otros primates. El Dr. Zacaria Erzineclioglu considera que la primera falla de este argumento es que sólo porque un característica esté extendida, no significa que por necesidad que sea genética. En efecto, todos los habitantes de Francia hablan francés, pero esto no quiere decir que exista un gen de este lenguaje. Aunque la constitución genética del pueblo francés, permita que hablen ese idioma, no o causa, ya que un que se cría en Inglaterra hablará inglés, no francés, y un niño inglés que se críe en Francia hablará francés, no inglés. De cualquier manera cualquiera puede usar una computadora si se le enseña cómo usarla, sin embargo debe estar claro que no ha evolucionada jamás un gen para el uso de las computadoras. LAS SUPUESTAS RAÍCES DE LA CRIMINALIDAD. Entonces ¿dónde está la respuesta? Muchas personas creen que está, de hecho, en la genética, o al menos en la biología. Es una opinión general, que mantienen muchos científicos capaces, además de otros hombres y mujeres inteligentes. Es justo que mencione este hecho, ya que estoy en desacuerdo con ellos.. Por lo tanto debe de comprender el lector que los puntos de vista que voy a exponer no son por fuerza los puntos de vista ortodoxos de la ciencia como un todo. Existen dos razones fundamentales de que yo discrepe. La primera razón es que no hay evidencia de que l criminalidad se herede en los genes, ni se podrá encontrar esa evidencia. Si parece un punto de vista sorprendentemente extremo, consideremos lo que queremos decir cuando usamos la palabra “criminalidad”. Creo que todos estarían de acuerdo en que la criminalidad es un tipo de conducta que ofende nuestras creencias morales, o conducta que n o está permitida por la ley. Por lo tanto, es un concepto moral, o uno legal, pero no es uno científico. Ninguna cantidad de estudios genéticos nos dirá si cierto tipo de comportamiento es “correcto2 o “equivocado”, hablando desde el punto de vista moral, o legal. Los estudiantes que se opusieron a los tanques en la plaza de Tiananmen eran criminales en China, pero héroes en el resto del mundo. Entonces estoy sugiriendo que se debe de abandonar toda investigación científica de las causas de la criminalidad? No del todo, pero debemos tener en claro por completo cuales son las características que estamos investigando. La agresión se puede equiparar con la criminalidad, pero una persona agresiva no es por fuerza un criminal y, de hecho puede ser un miembro digno de la comunidad. Todo depende de “canalizar” esos instintos agresivos heredados o no. Es necesario plantear otro punto, un poco más perturbador. Los genetistas que afirman estar estudiando la criminalidad casi siempre se ocupan del crimen violento, casi nunca de los que podríamos llamar crimen de “Cuello Blanco”. Eso podría ser porque aunque es fácil (aunque erróneo) igualar la agresión con la criminalidad, no existe un tipo patente de conducta que se asocie con defraudar a nuestro empleador, traicionar a nuestro país, o incluso deslizar algo de cianuro a la bebida de alguien. Si la “criminalidad” es heredable. ¿qué palanca conveniente podemos usar para afirmar que existe un gen para eso? Por supuesto la respuesta es que no hay uno. Ahora llegamos a la segunda razón de por qué no creo que las teorías genéticas puedan explicar en forma adecuada las causas de la criminalidad. El índice de criminalidad sube y baja en diferentes momentos. ¿Qué se puede concluir de esto? ¿Es posible que la estructura genética de la gente cambie una y otra vez con los años para producir tales fluctuaciones en la conducta criminal? La respuesta debe ser “No”, en especial porque esos períodos en que los cambios tienen lugar a menudo son menores al período de una sola generación. Por lo tanto, invocar a la genética como causa del crimen es ignorar este hecho de que los índices de criminalidad suben y caen en asociación con cambios en el entorno económico o político. Esto no significa por fuerza que tratamos con un caso de causa y efecto, pero es una correlación que vale la pena considerar y explorar más. LAS CAUSAS DEL CRIMEN. Entonces, ¿cuáles son las causas del crimen? La necesidad apremiante de una respuesta a esta pregunta de importancia vital está unida a la gran dificultad de encontrar ese tipo de respuesta. Se han examinado las posibles causas subyacentes, físicas, psicológicas, morales, sociales y económicas, y no han podido producir una explicación satisfactoria. Esto es desconcertante, ya que en teoría, la respuesta se debe encontrar en la forma en que uno o más de estos con juntos potenciales de causas afectan nuestro comportamiento. Sentimos que la respuesta debe estar al alcance, sin embargo, nos sigue esquivando. ¿Por qué? La razón que se da por lo general es que las causs del crimen son demasiado complejas y con muchas vertientes, así que no es posible presentar una respuesta fácil. Esto es cierto sin duda., pero no son solo las respuestas fáciles las que son esquivas; es igual de difícil encontrar respuestas complicadas. Creo que se debe en parte al hecho de que en ocasiones las personas o los grupos proponen respuestas o soluciones que comienzan en una base estrecha. Si un político propone una respuesta, es probable que lo afecte mucho su propia posición política o ideológica. Los académicos que estudian el problema por lo general estarán investigando un aspecto intelectual particular que les interese. Otros, como la gente de la iglesia, trabajadores sociales y policías, pueden estar demasiado cerca del problema para poder dar un paso atrás y echarle un vistazo objetivo, y es posible que lo vean desde su propio y limitado punto de vista. Por lo tanto las posiciones ideológicas, científicas y emocionales a menudo dictan respuestas específicas, que muchas veces están preconcebidas en forma inconsciente, con el resultado de que es muy difícil tener una imagen completa. Además, por la naturaleza política y emocional del tema, a menudo se presentan genuinos malentendidos y a veces también se emplean confusiones deliberadas. Un ejemplo del tipo de confusión que es una mezcla de malentendido genuino y manipulación de la verdad inducida por la política se puede ver en el debate estéril y a menudo amargo entre simpatizantes de la derecha y de la izquierda respecto al papel de la pobreza cm o causa de la elevación del crimen. Los de la izquierda insisten en que la pobreza es una causa principal del crimen y que se reduciría si se hiciera más por los pobres. Los de la derecha contestan diciendo que la mayoría de los pobres siguen obedeciendo la ley y que es un insulto para los pobres sugerir que obedecen la ley menos que otros ciudadanos. Cada cierto tiempo, aparece un artículo en los periódicos, diciendo que alguna personalidad u organización conocida a apoyado un lado o el otro y que a esto se le considera una victoria para el punto de vista de ese bando. Los dos partidos políticos opuestos han seguido el debate por muchos años, sin progreso alguno. Ya hemos considerado la cuestión de la estructura biológica como causa del crimen y llegamos a la conclusión de que existen graves peligros en las conclusiones que han propuesto algunos criminólogos. Esto no significa que el estado físico de una persona no pueda afectar su comportamiento en una forma que se pueda llamar criminal. Un hombre atormentado más allá de lo que puede resistir bien puede volverse violento, incluso si no se comporta de esa manera en cualquier otro momento. Se dice que todos somos capaces de asesinar, o al menos de matar, si se dan las circunstancias correctas, y no tengo duda de que esto sea totalmente cierto. Un hombre muy bueno que conocí una vez me dijo que con facilidad pudo haber atacado y matado a un hombre que había atropellado a su esposa en un accidente automovilístico. mi amigo al principio pensó que habían matado a su esposa, y fue sólo al darse cuenta de que todavía estaba viva lo que detuvo su mano. Cuando la gente está cansada, asustada o enojada bien puede hacer algo que no haría en otro momento. Por supuesto, esto se ha sabido por largo tiempo, no solo entre ls personas en general, sino también en contextos legales, en temas como crímenes pasionales (?) o matar en autodefensa. Las circunstancias y estados fisiológicos personales no representan la mayor parte de crímenes graves. Las condiciones psicológicas, la enfermedad mental, bien pueden afectar en forma adversa l conducta de la gente hacia la criminalidad, pero de nuevo estamos tratando con casos individuales. Estas causas potenciales, estados y enfermedades físicas y mentales no pueden explicar el problema general del crimen, ni pueden explicar por qué el crimen violento ha aumentado en forma tan notable en los últimos años. Parece claro que las causas de la mayoría de los crímenes son morales, sociales y económicas, más que físicas y psicológicas. Existe una fuerte correlación (¡una terrible palabra!) entre el reciente incremento en la taza de crímenes y los grandes cambios en la estructura social y estándares de moral que han tenido lugar al mismo tiempo. Por supuesto, una correlación no por fuerza implica causa y efecto, como hemos visto, pero con Guillermo Occam en mente, es un punto inicial útil. Julio A. Ceballos. San Luis Potosí., S.L.P. a 18 de julio de 2014. P.D. Guillermo de Occam, monje franciscano que vivió a finales del siglo XIII y principios del XIV. Guillermo de Ocamm enseñó que “las entidades no se deben multiplicar más allá de lo necesario”. Esta pomposa máxima filosófica se puede expresar en forma más útil, diciendo que siempre es mejor considerar primero la explicación más simple de cualquier problema. En otras palabras, no compliquemos la situación innecesariamente. Este útil principio ha llegado a conocerse como la “Navaja de Occam”, y sostiene que las “entidades” innecesarias se pueden rasurar.

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