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PAGINA CREADA POR EDITORIAL  CEBALLOS & ASOCIADOS

SAN LUIS POTOSI, MEXICO

EL PERFIL DE UN PEDERASTA

 

La paidofilia o pedofilia es la inclinación sexual por parte de adultos a sentir una atracción sexual primaria hacia niños o adolescentes.

El término «pedofilia» se ha visto confundido con el término «pederastia».
A pesar de que etimológicamente significan lo mismo (ya que ambas se basan en Paidós: «niño» o «adolescente»), la pedofilia ...no se refiere al abuso sexual, sino a la mera tendencia sexual o atracción por un hombre adulto hacia un menor.

Regulación Jurídica

La mayoría de los países civilizados conservan un Derecho penal de acto por lo que se castiga la pederastia, es decir, el acto de abusar sexualmente de un menor, y no la mera tendencia sexual pedófila, lo que sería más propio de un inadecuado Derecho penal de autor. Por ello un acto de abuso sexual infantil no es calificado como pedofilia por las leyes. Sin embargo en algunos Códigos penales sí se contemplan delitos que castigan dicha conducta.

Pedofilia como enfermedad
El término «paidofilia erótica» fue acuñado en 1896 por el psiquiatra vienés Richard von Krafft-Ebing en su obra Psychopathía sexualis, donde se enumeran las siguientes características:

-El interés sexual se dirige hacia los niños, tanto pre pubescentes como al principio de su pubertad.

- Interés sexual primario (es decir dirigido de manera exclusiva o principal) hacia niños.

- Interés sexual que permanece a lo largo del tiempo.

Algunos sexólogos, como el Dr. John Money, consideran que no sólo los adultos, sino los jóvenes post púberes podrían distinguirse como posibles pedófilos.

A pesar de que la psiquiatría «oficial» considera la pedofilia como una enfermedad no todos los psiquiatras comparten esta opinión.

Historia y condena
En la antigüedad clásica, la pedofilia no existía como delito, aunque la palabra que define esta parafilia provenga, precisamente de los griegos (“páis, paidós”: niño, y “phileo”: amor).

En la Grecia antigua, era un honor para ciertas familias que un señor rico, lo que posteriormente se definiría como un mecenas, se hiciera cargo del niño de la familia y lo llevara a una gran ciudad para darle una mejor educación. Esto podía incluir sexo y, como dije antes, no era una situación condenable. Pero para nosotros es una de las conductas más reprobables. Los delitos sexuales contra los chicos no sólo tienen severas condenas en materia de derecho penal, sino una fuerte condena social.

Desde el punto de vista de la sexualidad, la pedofilia es una parafilia donde el objeto sexual y la relación sexual es un niño, por lo general menor a 13 años.
El pedófilo tiene varios años de diferencia con el objeto de su deseo y la ley establece que son agravantes el hecho de que el abusador tenga una posición de ascendencia con respecto al pequeño, como un sacerdote o un profesor e incluso, en el peor de los casos, cuando se trata de alguien que es de su propia familia, porque según estadísticas a nivel mundial, el 90% de los chicos abusados lo son por alguien de su entorno familiar.
Desde el punto de vista psicológico, es una enfermedad mental que provoca daños (tanto físicos como psicológicos) a terceros y un deterioro de la vida personal, familiar y laboral del abusador.

¿Cómo son?

No existe un perfil exacto del pederasta o del pedófilo, no se le distingue a simple vista, pero reproducen algunas características que sí resultan significativas.
Por ejemplo, su acercamiento a los niños suele ser físico.
Tras un primer contacto cuidadoso, para no asustar ni levantar sospechas, comienzan a coger al menor, abrazarlo y "mimarlo". Les invitan e incluso les colman de atenciones y regalos para generar en ellos un sentimiento de deuda. A los niños se les enseña que deben ser agradecidos y corresponder a los adultos (por educación) y los pedófilos se sirven de esta circunstancia. Buscan estar a solas de alguna manera con el niño o la niña para ir a más. Los violadores de niños siempre quieren más. Muchos de ellos tienen un nivel bajo de autoestima y se sienten mucho más seguros con los menores. Otros, en un porcentaje elevado, han sufrido abusos de pequeños. Un tercer grupo lo que busca es humillarlos y doblegarlos, posiblemente por haber sufrido antes desprecio de otros niños o niñas durante la infancia.

Pero aunque no existe un perfil exacto del pedófilo ni del pederasta, sí podemos establecer un retrato robot a partir del estudio de los que ya han sido detenidos.

El perfil del pedófilo obedece al de un varón, de entre 30 y 50 años, que no tiene sentimiento de culpa y aunque aparenta normalidad es inseguro, inmaduro, con dificultades de comunicación y desajustes de personalidad, sobre todo en la esfera de las relaciones sociales.

Los pedófilos suelen cometer su primer abuso en la adolescencia, que son reincidentes compulsivos y buscan constantemente la gratificación sexual.

La relación con los menores les hace sentirse poderosos y dominantes. Por su inseguridad personal, la relación con los menores les hace sentirse poderosos, dominantes y más seguros que en las relaciones con los adultos al tiempo que su falta de empatía les impide hacerse cargo del sufrimiento de la víctima.

Además, no suelen usar la violencia y no tienen sentimientos de culpa y por ello no buscan tratamiento y consideran que sus conductas sexuales son apropiadas. Los trastornos del vínculo afectivo con sus figuras paternas, las habilidades sociales inadecuadas y el escaso autocontrol son factores causales que les convierten en pedófilos. Secuelas que quedan en los pequeños En cuanto a las consecuencias del niño que ha sufrido este tipo de abusos, depende de las características del abuso, la frecuencia, la duración de la relación con el abusador y la edad del niño.

No obstante, a corto plazo suelen aparecer: Problemas de sueño. De control de esfínteres. Retrasos en el desarrollo o regresiones. Problemas de rendimiento escolar Hiperactividad. Conductas autolesivas. Miedo, culpa y vergüenza. También pueden presentar cuadros de depresión, ansiedad, baja autoestima. Pueden rechazar su propio cuerpo, mostrar rencor y desconfianza hacia los adultos y/o tener conocimientos sexuales no adecuados a su edad.

Los efectos tienden a disminuir con el tiempo si hay un tratamiento adecuado, con apoyo familiar, social y psicológico, y evitando por encima de todo la revictimización. Trastornos de la alimentación, hipocondría, inhibición erótica y disfunciones sexuales, depresión, ansiedad, baja autoestima y retraimiento social son las consecuencias, a largo plazo, que pueden sufrir las víctimas de abusos sexuales que no han contado con un tratamiento adecuado.

LA GRAN MAYORÍA DE LOS SACERDOTES QUE ABUSAN SEXUALMENTE DE MENORES NO SON PEDÓFILOS, NI PEDERASTAS SINO ABUSADORES SEXUALES.
En los medios de comunicación de todo el mundo, cuando se trata el asunto de los delitos sexuales cometidos por sacerdotes contra menores, se usa habitualmente la palabra “pederastia” para definir tales conductas, pero tal como veremos a continuación, la mayoría de esos sacerdotes no son pederastas, sino abusadores sexuales.

Esta distinción no solo es necesaria para aclarar conceptos, sino que resulta fundamental a efecto de poder valorar la causa básica y entorno del delito sexual. Un pederasta está sumido en una psicopatología que domina sus impulsos –aunque en nada nubla su entendimiento y comprensión del daño que causa-, pero un abusador sexual de menores puede controlar perfectamente sus impulsos y no lo hace; no es por tanto, como el pederasta un enfermo –que delinque conscientemente-, sino un sinvergüenza que delinque buscando placer sexual con un menor por no atreverse a buscarlo con un adulto.

La pederastia, denominada pedofilia en términos clínicos, es una parafilia o comportamiento sexual patológico, cuya característica esencial, que supone mantener actividades sexuales con niños prepúberes –de 13 años o menos- (…) La gente que presenta pedofilia declara sentirse atraída por los niños dentro de un margen de edad particular. Algunos individuos prefieren niños, otros niñas y otros, los dos sexos; Las personas que se sienten atraídas por las niñas generalmente las prefieren entre los 8 y los 10 años, mientras que quienes se sienten atraídos por los niños, los prefieren algo mayores.

Excepto en los casos de asociación con el sadismo sexual, el individuo puede ser muy atento con las necesidades del niño con el fin de ganarse su afecto, interés o lealtad e impedir que lo cuente a los demás. El trastorno empieza por lo general en la adolescencia, aunque algunos individuos manifiestan que no llegaron a sentirse atraídos por los niños hasta la edad intermedia de la vida.

La frecuencia del comportamiento pedofílico fluctúa a menudo con el estrés psicosocial. El curso es habitualmente crónico, en especial en quienes se sienten atraídos por los individuos del propio sexo. El índice de las recidivas de los individuos con pedofilia que tienen preferencia por el propio sexo es aproximadamente el doble de los que prefieren el otro sexo.

Así, pues, la pedofilia es una patología sexual que se da exclusivamente en varones, suele iniciarse en la etapa media de la vida y proseguir hasta y durante la vejez; se incrementa cuando el sujeto está sometido a situaciones que le causan ansiedad; suele cronificarse, por lo que su tratamiento psicoterapéutico es ineficaz en muchos casos, e inclina a repetir los abusos sexuales periódicamente.

LAS CAUSAS DEL ABUSO SEXUAL.
Entre las causas que pueden desencadenar este tipo de conductas psicopatológicas y delictivas nos encontramos con varones que presentan una gran dificultad para relacionarse afectiva y sexualmente con otros adultos, y que experimentan una tremenda inseguridad y ansiedad ante tal perspectiva, mientras que con menores pueden detentar todo el poder y control en sus relaciones. Hay también sujetos para los que, debido a su inmadurez emocional, baja autoestima, inseguridad y otras deficiencias en su estructura de personalidad, los menores llegan a adquirir tan elevado valor emocional que solo pueden lograr satisfacción afectivo-sexual con ellos en lugar que con adultos. La falta de control sobre los impulsos es otra fuente de conflictos, que normalmente suele estar asociada a la ingesta excesiva de alcohol u otras drogas.
También hay un porcentaje de casos que fueron abusados de pequeños y presentan ese tipo de perversión cuando son adultos, ya que asumieron este modelo de conducta como el único capaz de dar placer a un adulto.

EL ENTORNO PSICOLÓGICO Y SOCIAL DEL ABUSADOR SEXUAL.
Cuando se analiza el entrono psicológico y social en el que se han formado y se desempeñan muchos sacerdotes, especialmente diocesanos, vemos que, lamentablemente, algunas de las causas desencadenantes de pedofilia recién citadas son más frecuentes de lo que se piensa entre el clero, pero, sin embargo, por los muchos casos de sacerdotes abusadores que se han podido estudiar, resulta claro que solo una pequeña parte de ellos son pedófilos.

La mayoría del clero que abusa de menores está conformado por sujetos que, por dondicionantes psicosociales y eclesiásticos diversos, se lanzan a buscar esporádicos desahogos sexuales con aquellos objetos que menos se les pueden resistir, eso es, menores, deficientes psíquicos y adultos de ambos sexos con personalidad débil.

En el acto de abusar sexualmente de un menor subyace siempre un ejercicio de poder, de prepotencia y hasta de magisterio –con frecuencia buscan la coartada de erigirse como “educadores sexuales” del menor-, que hace perfectas migas con los atributos incuestionables que una parte notable del clero cree inherentes a su ministerio sacerdotal…
¿Usted qué opina estimado lecto

ENVÍO.
No puedo soslayar, y me siento obligado a dar a conocer el perfil psicológico-criminal que le fue realizado al cura José Carlos Contreras Rodríguez durante el proceso penal donde era presunto responsable de la violación y asesinato de la menor Itzachel González López durante se estancia en el penal de La Pila, S.L.P.,
Aunque dicho perfil criminal fue debidamente justipreciado por el juez de la causa, posteriormente la SCJN, lo desestimó de manera arbitraria, autoritaria e irresponsable...

Psicopático y antisocial, resultado del perfil criminológico
De acuerdo a los diferentes tests de personalidad que se le aplicaron al padre Carlos, y al analizar desde la perspectiva psicológica los actos mediante los cuales privó de la vida a la menor ITZACHEL SHANTAL GONZÁLEZ LÓPEZ, fue posible determinar qué:

José Carlos Contreras Rodríguez posee es persona que puede ser descrita psicológicamente como del tipo desorganizado e impulsivo, lo cual se acredita por las abundantes lesiones que le causó a la víctima en el área facial; estas lesiones no eran necesarias para someterla, sino más bien que desplazó contra la menor sus impulsos agresivos que no pudo controlar; para posteriormente causarle asfixia por ahorcamiento usando como instrumento constrictor el cordón de la mochila de su
víctima.

El padre Contreras posee una personalidad IMPULSIVO-EXPRESIVA, ya que si bien es cierto no tenía planeada la agresión, aprovechó la oportunidad y al someter a la víctima le generó lesiones de manera impulsiva y con saña, que dieron salida a sus emociones de enojo o de frustración. Esta indica el pobre autocontrol de sus impulsos para poner freno a su conducta agresiva por el deseo imperioso de obtener su satisfacción inmediata.

Es una persona que aparente estar socialmente adaptada, ya que pasa inadvertida su agresividad ante los demás. Posee un cuadro de PERSONALIDAD PSICOPÁTICA o ANTISOCIAL, términos que se refieren al desprecio de los derechos de los demás; manifiesta impulsividad sin pensar en las consecuencias o prevenirlas, señales de alto riesgo para él y para otras personas, así como ausencia de EMPATIA por sus víctimas.

La agresividad manifestada en las lesiones generadas hacia su víctima denota sentimientos de frustración posiblemente por enojo ante una situación que consideró injusta o de la cual él mismo se consideró víctima.

La ausencia de empatía ante la víctima lo caracteriza como una persona con incapacidad para establecer vínculos afectivos profundos o cercanos.

Respecto a la necesidad de confirmación de PODER Y CONTROL que el Padre Carlos manifestó sobre la víctima, indica presencia de rasgos de personalidad narcisista, con autoestima frágil, lo cual lo hace intolerante y sensible a la crítica y a la frustración, generándole con facilidad sentimientos de humillación, degradación y de vacío.
El sujeto agredió para afirmar un yo inseguro. 

 

Julio Alfredo Ceballos Alonso
San Luis Soy.
San Luis Potosí., S.L.P. A 16 de junio de 2014.

 

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